Obra: 'Un réquiem alemán, Op.45', de Johannes Brahms. Concierto extraordinario de la Orquesta de Córdoba.

Coro de Opera Cajasur: Directora Irina Trujillo.

Coro Ziryab: Director Javier Sáenz-López.

Cantantes: Arantza Ezenarro, soprano; David Menéndez, barítono.

Director: Jesús López Cobos.

Hay personas que extraen lo mejor de nosotros y está claro que, al menos sobre el podio, Jesús López Cobos es una de ellas: tanto la orquesta, como los coros y los solistas dieron en la noche del sábado lo mejor de sí ante una partitura exigentísima --sobre todo para los coros-- en lo técnico y en lo expresivo.

Desde la dulcísima entrada de la cuerda en Selig sind seguida por un coro en el que la pesadumbre y la esperanza se compensaban sin confundirse ni anularse, la lectura de López Cobos se mantuvo fiel al espíritu de la obra, ahondando más si cabe en su humanidad, en su sentido fraternal y de redención que, según relata el propio director, forma parte de su biografía: los calibradísimos tempi, el fraseo grave y enormemente emotivo, las transiciones y fracturas entre pasajes dramáticos y luminosos, todo reveló un conocimiento profundo de la partitura a la par que una exploración casi abisal de sus paisajes emocionales.

La orquesta respondió al estímulo y nos regaló un sonido brillante, un empaste excelente y algunos momentos de felicidad: entre otros, en Herr, lehre doch mich , una orquesta firme y tersa junto a la telúrica percusión de Cristina Llorens desembocaron en una apabullante explosión que cerró de forma sobrecogedora el terrible crescendo final. La atenta dirección de coros --que no cesó en ningún momento-- y el esfuerzo de sus integrantes resultaron esenciales para lograr esta atmósfera trascendente, así como la actuación de los solistas, plenamente identificados con la partitura del maestro de Hamburgo y la concepción del de Toro: Menéndez desplegó contenida emoción en el tenso Herr, lehre doch mich y Ezenarro un dulcísimo y sereno lamento en Ihr habt nun Traurigkeit .