Lleno en el Gran Teatro de Córdoba para asistir al debut como actor sobre un escenario de Jorge Javier Vázquez. Público entregado, ya que para algo debemos reconocer el tirón televisivo de este presentador sin entrar a valorar otras circunstancias.

Iba en serio es la versión teatral de la novela autobiográfica escrita por el propio Vázquez en la que presenta datos, hechos, anécdotas y aconteceres de su vida personal allá en la Badalona que le vio crecer. Concebida como musical, intercala canciones que le acompañaron a lo largo de su vida y los años primeros de su carrera profesional.

Comienzo interesante de la obra desde el momento en que para conseguir el primer salto en el tiempo a través de una regresión hasta la niñez, Juan Carlos Rubio, ya veterano en esto de los textos teatrales, coloca al protagonista en una consulta psiquiátrica desde la que revivirá junto a la Mari, su madre, esta época pasada. A partir de aquí, una obra anodina que aporta alguna que otra sonrisa pero sin fondo dramático. Sirve para pasar cien minutos divertidos sin pensar en otra cosa.

Este es el peligro del «yo me lo guiso y yo me lo como». Un Jorge Javier Vázquez que se interpreta a sí mismo desde su autobiografía mostrando lo que cada día se puede ver por la tele, sin profundizar en otros valores que sin duda forjaron la personalidad de ese niño que con el tiempo se convertirá en un gran comunicador, insiste demasiado en el aspecto físico de su homosexualidad sin entrar en profundidad alguna.

Un espectáculo que se salva por el resto del elenco: tres bailarines que hacen su trabajo de forma impecable, la voz de la psiquiatra perfectamente modulada y una Kiti Mánver que estuvo espléndida en su papel de madre, que pone las cosas en su sitio luciendo los distintos registros como ella sabe, actuando con soltura, aportando momentos graciosos, apuntando pinceladas serias cuando es necesario y elevando el nivel interpretativo, cosa que puede ser incluso contraproducente, ya que muestra la voluntad de Jorge Javier Vázquez, a la vez que las carencias, hoy por hoy, de sus dotes interpretativas.

También es cierto que nadie nace sabiendo y que con esfuerzo y trabajo todo se puede paliar. Incluso la propaganda interactiva con el programa televisivo, que creo no le hace falta. H