Si algo demuestra Plácido Domingo es que no tiene pelos en la lengua. Ni para bien, ni para mal. «En algunas producciones artísticas de vanguardia no sé dónde estoy. Hay decorados y puestas en escena que podrían servir igual para diez óperas distintas. Algunas veces la supuesta creatividad se convierte en algo sin sentido. Acabo de interpretar La Traviata en Múnich, que lleva representándose 20 años y en ella, como en otras, se cometen barbaridades... El público exigente suele abuchearla, aunque luego se supera gracias a los cantantes, el coro y la orquesta». Sin embargo, el tenor -ahora barítono- no culpa solo a los directores de escena, «los directores de teatros deberían negarse a programar ciertas óperas con esas producciones que alteran el original y no aportan casi nada», recoge la promotora Opencomunicación en un comunicado.

En todo caso, así de poco políticamente correcto se mostró Plácido Domingo en la presentación de la última producción del Teatro Real en esta temporada, el Macbeth de Shakespeare/Verdi que solo contará con tres funciones los días 11, 14 y 17 de julio, en alternancia con las representaciones de la espectacular Madama Butterfly.

La ópera se interpretará en versión concierto, aunque con orquesta en el foso, vestuario y cierta interpretación, y en la primera de ellas, el martes 11, Plácido cumplirá su función 3.900 que celebrará con una cena en el propio teatro con todos los participantes, desde los tramoyistas a los directores.

Plácido Domingo a sus 76 años confía en «llegar a la función 4.000» y en seguir «estudiando cada día, como he hecho toda mi vida». Trabajo no le falta, como muestra la agenda reciente de actuaciones del reconocido intérprete.