Córdoba era y es una ciudad de silencios, una ciudad que habla mucho de oídas, pero una ciudad llena de buena gente». Esa es la visión que tenía Pío Baroja de Córdoba y de sus habitantes, según se desprende del análisis de La Feria de los Discretos (1905), Las horas solitarias (1917) y Los Visionarios (1932), obras en las que el profesor Juan Pérez Cubillo se ha sumergido para dar forma a su libro Pío Baroja y sus temas andaluces, que el autor presentó ayer en la Biblioteca Central. Puede que esa tendencia a hablar de oídas esté detrás de esa teoría «falsa» de que a Baroja no le gustaba Córdoba, «cuando es todo lo contrario, prueba de ello es que la visitó en múltiples ocasiones y que contaba en la ciudad con grandes amigos como Mateo Inurria o Julio Romero de Torres», explica Pérez Cubillo, experto en la obra barojiana.

El análisis de determinados personajes de Baroja (Quintín García Roelas, Springer, Fermín Acha) ha permitido a Pérez Cubillo analizar las impresiones que este tenía sobre la forma de hablar, la relación con el flamenco, las costumbres o las casas de los andaluces a principios del siglo pasado, un análisis que revela cómo el autor «al mismo tiempo que muestra el provincianismo de los habitantes, la desigual distribución de la riqueza y el poder que amenaza al crecimiento de la ciudad, en un momento de crisis, destaca la fácil convivencia y el carácter acogedor de los cordobeses, que a él le encanta». El libro concluye con un último capítulo sobre el Catálogo de la Biblioteca Circulante, de Pedro de Vegas, donde se dan consejos prácticos sobre cómo conservar los libros. El profesor Pérez Cubillo tiene previsto seguir profundizando en el tema comparando la evolución que experimenta Córdoba a los ojos de Baroja entre La Feria de los Discretos y Los visionarios, entre los que hay 27 años de diferencia. H