El homenaje a El Pele por sus cincuenta años en el cante se desarrolló bajo unos parámetros que no fueron los esperados. En primer lugar, ocho de los artistas que figuraban en el cartel para el espectáculo no hicieron acto de presencia con la excusa, al parecer, de tener que cumplir con otros compromisos.

El flamenco es así y la improvisación viene a ser una de las contingencias comunes que hay que tener en cuenta. Ante esta importante ausencia, compensada en parte por la presencia inesperada de otros artistas como Eva de Dios, Antonio J. Mejías, Raimundo Amador y nuestro violinista Paco Montalvo, El Pele tuvo una soberbia y omnipotente presencia que el casi lleno recinto de la Axerquía agradeció enormemente.

La entrega del artista fue total, tanto en sus intervenciones en solitario, como en el afectuoso apoyo a todos sus amigos que se sumaron a esta noche mágica. Especialmente emotiva fue la presencia de Inmaculada Aguilar mostrándole su apoyo, aunque una inoportuna fractura de brazo le impidió sumarse a este acontecimiento en el que la garganta de El Pele se fundió con los sonidos y las voces jóvenes de este ramillete de flamencos que, en sincera y franca pleitesía, quisieron mostrar lo mejor de sí mismos para hacer justicia en este homenaje a su gran maestro del flamenco.