¿Cree que la cultura llegará a ser algún día la materia prima económica de Córdoba? Tuve la oportunidad de hacerle semejante pregunta al alcalde, José Antonio Nieto, --en estas mismas páginas-- el pasado domingo, a lo que nuestro regidor contestó que la cultura "es importante" y "seña de identidad", para acabar expresando su confianza en que la cultura "sea uno de los ejes del desarrollo económico de la Córdoba del futuro".

Pero para que eso ocurra en el futuro hay que resolver el pasado, un largo tiempo tratado con tanto desdén en la ciudad como casi todo lo demás. Ando convencida de que existen épocas de nuestra historia, restos de civilizaciones anteriores, a las que parece que es mejor echarles nuevas estratigrafías encima que nos igualen con lo que hay por todas partes. Cuanto más destruyamos nuestras singularidades, mejor.

El penúltimo desprecio a la arqueología que emerge en Córdoba se ha producido en La Arruzafa. En la ampliación de una de las clínicas de dicha avenida donde han aparecido restos de una almunia (casa de campo andalusí) monumental cimentada sobre una gran villa romana. De todo ello sólo se salvará un fragmento en la planta baja de un edificio privado al que la administración no ha permitido construir una planta más para salvaguardar este hallazgo formidable. Menos mal que no se trata de restos de la mítica Al-Rusafa de Abderramán I, situada, hipotéticamente, más al sur.

¿Se imaginan a Paris, Nueva York, Roma, Siena o Praga despreciando restos arqueológicos de similar magnitud? Yo tampoco. Y así nos va. El petróleo de Córdoba está donde se ha hallado siempre, en el subsuelo. Solo que aquí no es líquido, sino material. Tesoros que la ciudadanía de nuestro tiempo no merece.