Rosario Flores vive desde hace unos años un renacimiento mediático gracias al programa de televisión La Voz, donde se ha ganado el cariño del público por la cercanía y la alegría que transmite. Pero, además, a nivel artístico, continúa cultivando sin descanso su faceta creadora, componiendo canciones y subiéndose a los escenarios para derrochar carisma y energía. Los conciertos son las vitaminas que esta mujer de raza necesita para seguir destilando su incombustible duende.

-Se acaban de cumplir 25 años de su primer disco, ‘De ley’. ¿Qué queda de aquella joven Rosario Flores?

-Pues yo creo que la misma ilusión, las mismas ganas. Y también los mismos nervios, no creas que eso se pasa. Consigues más templanza, pero siempre tienes ese mismo gusanillo que en los principios cuando sales al escenario.

-¿Cómo recuerda esa época?

Fue una de las más intensas y bonitas de mi vida. Estaba con toda mi familia. Lo compartí todo con ellos, mis padres pudieron ver mi éxito y tuve la oportunidad de trabajar codo con codo con mi hermano, que fue lo más grande que me ha pasado. Nosotros, cuando empezamos, no teníamos ni idea de cómo cuajaría todo aquello, así que fue una sorpresa que las canciones tuvieran tan buena acogida. Me sentí muy agradecida, y lo sigo estando.

-Los lazos de sangre en su familia son fundamentales.

-Lo son todo, me han hecho como soy. Me llenaron de arte, de amor. Crecí empapándome de todo y forjé mi identidad en ese ambiente. Mis padres eran una bomba explosiva.

-¿Qué vamos a encontrarnos en sus conciertos este verano?

-Estoy de gira presentando el que ha sido hasta el momento mi último disco de canciones inéditas, Gloria a ti, y también repaso las que aparecen en Noche de gloria en el Teatro Real, que son grandes éxitos. Eso me da la oportunidad de cantar Qué bonito, Sabor, sabor, Te quiero vida mía, que al fin y al cabo son las que más les gusta escuchar a la gente. Además, llevo una banda buenísima que es como de mi familia. A Fernando Illán, que es mi productor de toda la vida y toca el bajo; a Maite Pizarro de corista, que es maravillosa, y guitarra eléctrica, flamenca, percusión, teclados... Tenemos un show de muchísima fuerza.

-Precisamente, la fuerza es lo que siempre la ha caracterizado, así como la pasión y la energía sobre el escenario, ¿cuál es su secreto para derrochar tanta potencia?

-No lo sé, pero que no me la quiten, que la necesito para darla, cantar, bailar y seguir expresándome, que es lo que más me gusta. Ojalá tenga salud para seguir muchos años así, brincando y dando palmas. Yo siempre he sido un poco así, tenía mucho nervio y necesitaba desfogarme, por eso los conciertos para mí son casi terapéuticos.

-¿Qué le parecen los nuevos artistas que fusionan el flamenco y lo acercan a las nuevas generaciones, como Rosalía y Soleá Morente?

-Me parece imprescindible que la juventud cree, investigue, pruebe, que haga todo lo que crea conveniente, porque es precisamente lo que tiene que hacer, es su momento. Yo soy muy optimista en ese sentido, creo que las nuevas generaciones van a hacer cosas muy bonitas y van a sorprendernos, como nosotros lo hicimos en el pasado. Pero si hay que hablar de futuro, es necesario cambiar el sistema, hacer un mundo mejor y crear música que llene los corazones y tenga mensaje.

-¿Y el arte puro?

-Eso va a estar siempre ahí, son nuestras raíces. El flamenco puro es intocable, pero los ritmos han ido derivando, y todo es mezclable.

-El programa ‘La Voz’ le ha abierto a una franja de edad muy amplia, mayores y también pequeños.

-Me siento muy querida por los niños, van a mis conciertos y se saben mis canciones. Les encanta Marcha, marcha. ¿Qué se puede pedir más que tener el afecto de los niños? En el programa he sentido experiencias muy emotivas. Mucha gente se cree que exageramos, pero lo vivimos de verdad. Es todo muy intenso.

-Dentro de poco se estrena una película, ‘Carmen y Lola’, que narra la relación homosexual que se establece entre dos mujeres jóvenes gitanas. ¿Ha oído hablar de ella? ¿Cómo cree que será su recepción?

-Los gitanos puros tienen sus leyes muy arraigadas y seguramente no se lo tomarán bien. Pero el cine tiene que retratar lo que pasa en el mundo, y lo importante es que se pueda hacer y haya libertad para ello. Avanzar a través de la cultura es lo más importante. Y nos tenemos que acostumbrar a que la sociedad cambie. Hay conquistas en todos los sectores, en el de la mujer, en la comunidad LGTBI. Es bonito que seamos libres, que seamos como queramos, siempre que demos amor.