ORQUESTA DE CÓRDOBA Y CORO DE ÓPERA

Programa: ‘Novena sinfomía’, de Beethoven

Solistas: Berna Perles, Marina Pardo, Sergio Escobar, Damián del Castillo

Director del coro: José María Luque

Director de la orquesta: Lorenzo Ramos

En este concierto se han combinado una serie de conmemoraciones. Por un lado, la Orquesta de Córdoba clausura los actos de su 25 aniversario, dentro de los cuales tuvimos el concierto extraordinario del pasado 29 de octubre (con Leo Brouwer como director, como ya lo fuera en aquel primer concierto en la misma fecha de su presentación hace 25 años), y el concierto de música de cine dirigido por Inma Shara en el mismo mes.

El coro celebra 30 años de su presentación, en junio de 1987. En estos años ambas formaciones han copartido escenario en numerosas ocasiones en óperas, zarzuelas y repertorio sinfónico-coral. Con la Novena de Beethoven se completa la integral de las sinfonías que ha sido hilo conductor de estas últimas temporadas. Este tipo de conciertos, al aire libre y con un escenario amplio, es muy atractivo para la ciudad, y se fomenta el interés de un público diferente, más familiar, al que se unen los habituales asistentes a los conciertos de abono. Hubo una buena afluencia, teniendo en cuenta el aforo del recinto.

Bien es sabido que para este repertorio clásico un teatro al aire libre no es lo más adecuado, ya que se precisa un despliegue de medios y de sonorización, y requiere un trabajo de equilibrio entre solistas, coro y orquesta, junto con el volumen y unos efectos que hacen que se pierda la natural resonancia que los instrumentos y las voces tendrían en un teatro cerrado. A esta dificultad hay que añadir imprevistos como el viento que, si bien se agradecía en las gradas por las temperaturas, hacía sus intervenciones a través de los micrófonos, enturbiando algunos pasajes e, incluso, haciendo que algunos músicos tuvieran momentos delicados por los movimientos de las partituras.

Al comenzar la sinfonía, con un sonido brillante y bastante amplificación, el público se fue terminando de sentar en sus lugares. Se iban sucediendo los movimientos orquestales hasta que llegó el momento en que se levantó al coro. Poco a poco en el último movimiento se iba vislumbrando el tema que está en la impronta musical del público, conocido como Oda a la alegría por el texto de Schiller, y que hizo disfrutar a los asistentes, que parecían combinar la versión que estaban escuchando con la idílica que podían tararear mentalmente. Me recordó el título del libro Si Beethoven pudiera escucharme. Durante estos pasajes se siente una atención especial del público, miradas de complicidad entre niños y mayores, mientras se iban sucediendo las apariciones de los solistas, el coro y la orquesta. Este tema, además, es considerado como un himno, y nos encontramos en el Año Europeo del Patrimonio Cultural.