El cine de género, concretamente el de terror, da una vuelta de tuerca con esta producción donde Fede Álvarez, joven director uruguayo que cuenta con la producción de Sam Raimi después de que realizara el remake de Posesión infernal, propone un juego donde víctimas y verdugos intercambian papeles durante el transcurso del relato. La película arranca con un trío de jóvenes delincuentes que se dedican a asaltar mansiones aprovechando la posibilidad que les brinda la ocasión, ya que el padre de uno de ellos custodia las llaves de sus clientes gracias a la empresa de seguridad a la que pertenece. Pretenden dar el golpe que les ayude a huir de la ciudad para no volver jamás, robar a un ciego que una vez consiguió una suma de seis cifras gracias a la indemnización que cobró por la muerte de su hija. Pero con lo que no cuentan es con la destreza de este viejo combatiente (Stephen Lang construye un monstruo sin visión con muy mala uva) y la compañía de un feroz perro con muy mala baba que no se lo pondrán muy fácil que digamos. El objetivo de los protagonistas cambiará a medida que la trama avance, pues de tener en sus manos la suma económica que les arreglará el futuro para siempre pasarán a la desesperada obsesión por salir del sótano en que han quedado apresados por el psicópata, donde se encontrarán con todo tipo de trampas que le impiden conservar intactas sus vidas y alguna que otra sorpresa que aquí no vamos a desvelar. La narración funciona como un mecanismo perfectamente engrasado, muy bien filmada por el equipo habitual del realizador donde también repite en el equipo artístico la actriz Jane Levy o el músico español Roque Baños que pone las atmósferas sonoras acordes al pánico que fotografía Pedro Luque con precisión. En definitiva, una de miedo que mantendrá tenso al espectador de principio a fin gracias al bien hacer del equipo técnico y artístico de esta interesante producción de lo más recomendable. H