Las mujeres y las proclamas feministas brillaron el pasado domingo en los Oscar, unos premios sin grandes sorpresas que sirvieron a Hollywood para redimirse por los incontables escándalos sexuales en su seno y para olvidar el bochornoso error de la ceremonia del año pasado. Entretenida, pero sin ser muy divertida o espectacular, y política, aunque sin potentes discursos que pasen a la historia, la 90 edición de los Oscar tuvo un palmarés previsible y cedió su foco de atención a las mujeres, después de que movimientos como Me Too (Yo también) o Time’s Up (Se acabó el tiempo) hayan gritado contra el machismo y reclamado la igualdad.

Frances McDormand, Oscar a la mejor actriz por Tres anuncios en las afueras, dejó uno de los momentos más emocionantes de la noche al pedir a todas las mujeres nominadas al Oscar que se pusieran en pie.

«Todas tenemos historias que contar y proyectos que necesitan financiación. Pero no nos habléis (de eso) en las fiestas de esta noche. Invitadnos a vuestras oficinas en un par de días o podéis venir a las nuestras, lo que prefiráis», señaló en el discurso más ovacionado de la velada.

Cuatro estrellas femeninas como Jane Fonda, Helen Mirren, Jennifer Lawrence y Jodie Foster presentaron los premios a mejor actor y mejor actriz. Lo habitual es que el ganador del Oscar a mejor actor entregue al año siguiente el de mejor actriz, pero Casey Affleck renunció a esta tradición ante las protestas por un antiguo caso de acoso sexual. «Es un nuevo día en Hollywood con desafíos para todas nosotras, pero nadie olvidará jamás aquellas que vinieron antes que nosotras, aquellas que abrieron camino para mi generación y quienes vengan detrás”, dijo Lawrence. Y Salma Hayek, Ashley Judd y Annabella Sciorra, tres víctimas de acoso sexual por parte de Harvey Weinstein, reivindicaron el movimiento Me Too.