El pintor cordobés Pepe Morales (Palma del Río , 1933) falleció ayer a los 84 años debido a un infarto cerebral que sufrió dos días antes en Marbella, ciudad en la que residía desde hacía más de 30 años. Considerado como uno de los artistas plásticos más importantes que ha dado Córdoba en los últimos cincuenta años, fue un creador y artesano siempre en constante aprendizaje, que durante toda su vida «fue por libre» y que nunca estuvo ligado «a nada más que a mi pintura y a mis exposiciones», como señaló hace algo más de años en Córdoba, cuando el Ayuntamiento de la ciudad le rindió un homenaje con una exposición retrospectiva que recorrió todas sus etapas y se mostró en la Sala Orive y la Casa Góngora.

Esta fue la última vez que expuso su obra el pintor, que desde entonces tampoco volvió a ponerse ante un lienzo. Así lo señaló ayer a este periódico su hijo, Félix Morales, comisario de aquella muestra, que supuso «el gran reconocimiento que nunca había tenido antes y que él agradeció enormemente». «Ya estaba muy mayor, tenía ciertas dificultades, y una persona con la vitalidad de mi padre necesitaba estar al cien por cien de capacidad siempre, así que fue dejando la pintura», continuó el hijo del artista, cuyos restos mortales llegaron ayer a Córdoba desde Marbella y serán incinerados hoy, después de un responso en el Tanatorio de las Quemadas a las 13.30 horas.

La obra de Pepe Morales se caracteriza por ser muy diversa, rompiendo con su producción anterior constantemente y siempre creando nuevas formas, lo que dio lugar a varias etapas durante su trayectoria, pasando de una muy matérica, a finales de los años cincuenta, hasta la más figurativa, con un fuerte compromiso político y social, al final de su vida. «Es una pérdida para la cultura andaluza y de la ciudad», declaró el delegado municipal de Cultura, David Luque, ante el fallecimiento de Pepe Morales, al que incluyó dentro de una generación de artistas e intelectuales «que durante la Transición marcaron la vida cultural de la ciudad». Quien recuerda muy bien aquellos años de intensa actividad cultural en Córdoba es el pintor baenense Paco Ariza, gran amigo de Morales.

«Le conocí al principio de la década de los años ochenta cuando decidí venirme de Madrid a Córdoba, donde me encontré con un grupo de artistas e intelectuales que me acogió muy bien. Disfrutamos mucho trabajando juntos, y cuando la gente es feliz, hace cosas maravillosas», recuerda Ariza, que ayer declaró lleno de emoción que «hoy se muere parte mí» porque «Pepe era entrañable, todo el mundo lo quería». Respecto a su arte, el pintor baenense señaló que era «muy novedoso», destacando también su faceta de «artesano», sobre todo con la madera. También mostraron su pesar por esta pérdida los propietarios de la Galería Studio 52, José María y Jesús Jiménez, que guardan «muy buenos recuerdos» debido a la amistad que Morales tenía con su padre, Pepe Jiménez, que le dio la oportunidad de difundir su obra. «Jugaba mucho con el taller, con la materia, hacía fundiciones y tenía un mundo fantástico que no tenían los demás», recuerda Jesús, que asegura que «su tipo de pintura ha dejado huella».

Por su parte, Juan Miguel Moreno Calderón señaló que «una de las grandes satisfacciones de mi etapa como concejal de Cultura fue la organización de su exposición en el 2015», ya que «era una de las figuras más representativas del mundo del arte que ha dado Córdoba en el último medio siglo y se lo merecía», recordando que el artista, «al que no le gustaba promocionarse», se mostró «muy agradecido».