El escritor Juan Goytisolo, agudo denunciante de la desigualdad, falleció en la madrugada de ayer a los 86 años de edad en su casa de Marrakech (Marruecos), donde vivía desde 1996, víctima de las secuelas de un ictus que fue apagando la heterodoxa e «incorrecta» voz del que era un referente intelectual desde los años 50.

Goytisolo Gay, hermano de Luis y de José Agustín -fallecido en 1999-, se rompió la cadera en una caída hace año y medio, y en marzo tuvo que ser hospitalizado a consecuencia de un ictus que le ha ido minando y que ha acabado con su vida, según ha explicado su editor desde 1984, Joan Tarrida.

El barcelonés será enterrado sobre las 16.00 horas de hoy en el cementerio civil de Larache, a 500 kilómetros de Marrakech y donde reposa el francés Jean Genet, como él mismo homosexual declarado, y enamorado del mundo árabe.

El escritor y académico Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) quiso ayer recordar a su hermano Juan con las siguientes palabras: «Teníamos una relación estupenda, nos queríamos mucho y he sentido mucho su muerte».

El fallecido «había dejado claro» que quería ser enterrado en Marruecos y que no deseaba que fuera un cementerio católico, según fuentes consulares. El autor de Campos de Níjar y Paisaje después de la batalla salía solamente de su casa en la medina de Marrakech, donde vivía desde que falleció su esposa, para tomar un té en la plaza Yamaa al Fna, que por su empeño personal fue declarada Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco en el 2001, y apenas podía escribir.

«Hace unas semanas hablé con él, pero ya era muy difícil, porque me decía que a veces no entendía su letra e incluso olvidaba si había llegado a escribir cosas que había pensado», rememoraba Tarrida.

El escritor e intelectual, que reclamó para sí la «nacionalidad cervantina», era practicante de la incorrección política desde que se exilió en París, en 1956. Su obra estuvo prohibida por el franquismo desde el año 1963. Uno de los mejores escritores del mundo, según decía el mexicano Carlos Fuentes, puente entre la cultura europea e islámica, era licenciado en Derecho y siendo asesor literario de la editorial Gallimard conoció a la novelista Monique Lange, con quien se casó en 1978.

Autor de más de cincuenta títulos, Goytisolo cultivó la novela, el ensayo, la literatura de viajes, los reportajes, el cuento y las memorias. Firmó obras como Fin de fiesta, Señas de identidad, Juan sin tierra, Disidencias, Makbara y Coto vedado, donde habla abiertamente de su homosexualidad.

Duelo en el paraíso, Reivindicación del conde don Julián, Crónicas sarracinas, Las virtudes del pájaro solitario o Carajicomedia dejan constancia de una obra que atraviesa géneros y fronteras. Por ella obtuvo premios como el Nacional de las Letras, el Formentor, el Octavio Paz, el Juan Rulfo de Guadalajara (México) o el Rachid Mimumi de París a la tolerancia y a la libertad pero, sobre todo, el Cervantes (2015), que recogió mostrando su lado iconoclasta, al ir vestido de traje de calle, en lugar del chaqué que sugiere el protocolo.

«No hay corrección política. Ocurre lo mismo que con las fantasías sexuales de cada uno, que no tienen que pasar por ninguna corrección», sostenía. Cuando su editor actual le conoció, Goytisolo ya había hecho «el gran cambio en su narrativa», es decir, había pasado del realismo social de los 50, con Campos de Níjar como emblema de su feroz crítica a la burguesía, a un relato cada vez más complejo, el que refleja en Paisajes después de la batalla (1982).

Telón de boca (2003) y El exilio de aquí y allá inciden en ese cambio, aunque también en su constante preocupación por lo que ocurría en el mundo y su voluntad de «vivirlo en primera persona». «Iba al sitio. Estuvo allí y lo transmitió --escribió, entre otros, Cuaderno de Sarajevo o Paisajes de guerra: Sarajevo, Argelia, Palestina, Chechenia- Le interesaba mucho el puente entre las culturas de occidente y oriente y, por supuesto, la defensa de la libertad, ya fuera la sexual o la religiosa», explicaba su editor.

Los herederos de Goytisolo decidirán si se publica el último tomo de sus Obras completas, una antología que empezó a gestarse en el año 2000 y que él siempre llamó «incompletas» porque seguía escribiendo, ha recordado Joan Tarrida.