La Europa de los ciudadanos recorre desde hace un tiempo con cierto desencanto la senda del escepticismo, atenazada por luchas económicas y dramas sociales, una situación que la ensayista Mercedes Monmany revertiría rescatando del olvido el "enorme patrimonio cultural que une a los europeos", país por país. "Si queremos ser europeos no basta con la etiqueta de lo nacional y autóctono, hay que pensar en un discurso más amplio e integrador de cada país", sostiene en una entrevista con motivo de la presentación en A Coruña de su libro Por las fronteras de Europa (Galaxia Gutenberg), una obra de 1.500 páginas en la que repasa la gran narrativa europea del siglo XX y comienzos del XXI a modo de guía de viajes.

Así es como le gustaría a la crítica literaria que se leyera este exhaustivo trabajo, como "un paseo por la literatura y los condicionantes históricos que cada país tiene de forma distinta", sobre todo después de dos guerras mundiales que asolaron gran parte del continente, porque "sus escritores han tenido mucho que ver en su evolución". Y es que "no son lo mismo los escritores de la Resistencia italiana que los de la ocupación alemana en Francia", dice.

Banville, Chejov, Thomas Mann, Martin Amis, Doris Lessing, Cees Nooteboom, Klaus Mann, Staefan Zweig o Julian Barnes forman parte de la geopolítica cultural de Monmany, junto a Italo Svevo, Sandor Márai o Irène Nèmirovski; y no figura España porque la literatura en español incluye también la de Latinoamérica y este compendio requeriría otro volumen en el que ya está trabajando.