Miguel Poveda anda Enlorquecido, como ha dado en llamar a su tributo al poeta granadino más universal, cuyos restos siguen desaparecidos desde 1936. «A mí me gustaría que se encontrasen, pero, si no sucede, siempre digo que a Federico (García Lorca) lo encuentras si quieres, porque es como una religión», dice.

Lo comenta en una charla con Efe celebrada ayer en Madrid en la que se refiere constantemente al autor de Yerma con la cercanía de su nombre de pila, Federico, tal y como ha concebido su decimotercer y último disco de estudio, como un obsesivo «diálogo de tú a tú», en el que le pedía que le «mandara señales si algo no le gustaba». «Y alguna me mandó», irrumpe entre risas. «Hay un universo de Federicos muy distintos y con todos me identifico: con el comprometido socialmente, con su sentido de la justicia y la igualdad, con el popular y telúrico, el de los paisajes de su pueblo y sus raíces, también con el del fabulador y soñador, el entusiasta viajero y el muerto de amor», señala.

Cuenta Poveda (Badalona, Barcelona, 1973) que su amor por el autor arrancó al leer por primer vez hace algunos años Soneto de la dulce queja y también por las miradas que sobre él proyectaron «genios» del flamenco como Camarón de la Isla y Enrique Morente en discos no menos míticos como La leyenda del tiempo u Omega, respectivamente.

«Si lo conozco es porque ellos me lo mostraron; eso es lo que he querido repetir, transmitirle Lorca a la generación de mi hijo», afirma, antes de rechazar comparaciones con los citados álbumes. «No soy tan osado como para llamar a este disco mi Omega; ambas son obras inalcanzables», opina.

La labor de poner voz a Lorca, que se le antojaba «como escalar el Everest», iba siendo aparcada hasta su anterior álbum, Sonetos y poemas para la libertad (2015), en el que cantó dos composiciones del granadino.

Asumido ahora el reto de dedicarle un álbum entero, Poveda sube la apuesta, pues lo edita bajo su propio sello -»evitando a quien que no estuviese a la altura espiritual de este trabajo», justifica- y encargándose él mismo de componer las músicas junto a su inseparable Joan Albert Amargós. «Ahora sé que puedo asumir el riesgo de hacer música, algo que hasta ahora solo había hecho puntualmente», subraya orgulloso.

La gira del premio nacional de música arranca el 8 de junio en el Festival Jardins de Pedralbes de Barcelona. Le seguirán cerca de dos decenas de citas, como las del 22 de junio en el Auditorio Rocío Jurado de Sevilla; la del 7 de julio en el Festival de la Guitarra de Córdoba o la del 14 de ese mes en Madrid.