No se equivoquen, el título de esta película de Kenneth Lonergan no tiene absolutamente nada que ver con la ciudad británica de interior, sino que alude a una pequeña población norteamericana donde se desarrolla este drama contenido y narrado, huyendo de cualquier exceso en lo sentimental. A partir de un guión escrito por el propio realizador (también dramaturgo), asistimos al reencuentro, después de años y trágicos sucesos, de un tipo solitario, afligido y constreñido por la culpa, que trabaja en Boston como empleado de mantenimiento en una comunidad, con un sobrino a quien debe tutelar en la pequeña localidad costera de donde marchó, Manchester by the Sea.

Allí volverá durante unos días para revivir una serie de recuerdos que le vienen atormentando desde entonces y que iremos conociendo a base de sucesivos flash-back que salpican la narración. La película ha conseguido colarse con seis nominaciones en los Oscar, algún mérito tendrá de interés, aunque también es cierto que yo me lo pensaría dos veces antes de recomendarla al público en general, quizás por ser más del tipo indie que interesa a quienes buscan una reflexión sensible más que un espectacular melodrama sentimentaloide.

No es una película de metraje corto, aunque no se hace nada larga. Casey Affleck, con su interpretación sumamente contenida, consigue transmitir la tristeza en que se haya anclado su personaje, alguien que porta una pesada carga y que sólo explota cuando se toma alguna copa de más en los bares, donde acaba de pelea con cualquiera que le tremine partiendo la cara. En realidad, todos los intérpretes están bien en esta pequeña producción de notables resultados artísticos. Por ejemplo, Lucas Hedges, en el papel de conflictivo sobrino huérfano, sabe mantener el tipo de su personaje en todo momento, igual que Michelle Williams como la exmujer del protagonista; ambos nominados como actor y actriz secundarios. Drama, pues, sobre la pérdida y el dolor, bien narrado e interpretado, con buen uso de la fotografía y de la música y, como digo, sin excesos de ningún tipo.