Orquesta de Córdoba

Directora: Lucía Marín

Solista: Jorge Hernández (viola)

Programa: Obras de Puccini, Elgar, Wolf y Mendelssohn

Un interesante programa reunió en la noche del jueves cuatro obras de otros tantos autores --alguno escasamente interpretado-- en torno a lo italiano, piezas cuyo espíritu gana en viveza y extroversión al avanzar el concierto: un acierto en el que se amplían las fronteras musicales del público mientras se le atrae con obras indiscutibles en un crescendo emotivo. La Orquesta de Córdoba actuó bajo la batuta de Lucía Marín y contó con Jorge Hernández --violista de la formación-- como solista en Sospiri .

La formación desplegó en el Preludio sinfónico de Puccini un hermoso relato, sencillo y natural, compensando la elegante melancolía de la partitura con la levedad en la expresión en una versión de buena factura. Sospiri de Elgar ahondaba aún más en la emotividad y el lirismo y Marín mantuvo a la orquesta en un concepto de ligereza similar al del Preludio que dio resultado. Al llegar a la Serenata italiana de Wolf, el cambio en el carácter de la pieza --con pasajes mucho más briosos que en los dos casos anteriores-- no se percibió en el sonido de la orquesta, algo confuso en ciertos pasajes.

La Italiana --que era esperada por gran parte del público--, una sinfonía con emociones nítidamente dibujadas en cada movimiento, arrancó con dinámicas algo sobrecargadas --casi agotadoras-- que no hacían más intenso el pulso juvenil y expansivo del Mendelssohn del Grand Tour : si bien es cierto que la orquesta sostuvo la sinfonía de principio a fin, también lo es que su escucha era más la de un bello relato que la de una pasión encendida, aunque el público la aplaudió y reconoció con entusiasmo.