Julie Delpy, como actriz, ha trabajado con cineastas tan respetados como Kieslowski, Linklater. Carax, Godard, Jarmusch...entre otros; como directora ha filmado ya unos cuantos títulos con cierto aire independiente (Dos días en París, Le Skylab) aunque ahora, con Lolo, el hijo de mi novia se aparta un tanto buscando cierto equilibrio entre la comedia comercial y su propio estilo.

Así pues, Delpy se pone delante y detrás de la cámara, aunque muy bien acompañada en el reparto por un cómico francés que siempre que aparece en una producción parece garantía de éxito: Dany Boon (Bienvenidos al norte, Nada que declarar), aquí en el papel de paleto enamorado de una parisina muy chic.

Dos contrarios que se unen en esta comedia romántica pese al sociópata y edípico hijo mimado de ella, un estupendo Vincent Lacoste (Hipócrates, The French Kissers, Astérix y Obélix), a quien no echan del nido familiar ni con flit, como ocurría en Tanguy ¿Qué hacemos con el niño?, aunque en este caso el chico tiene su vida resuelta como artista, sin embargo, no ve a su madre con nadie más que con él.

La película comienza con unos cuantos buenos golpes cómicos, como el primer encuentro de presentación de la futura pareja...

Ella, que recuerda un tanto en esta ocasión a Veronica Forqué con su interpretación, se hace acompañar de alguna amiga del tipo a las chicas de Sexo en Nueva York, consigue momentos divertidos en más de una oportunidad, construyendo una agradable comedia, ligera y crítica a la vez, que funciona hasta el punto de verse con facilidad y sin que aflore el aburrimiento, sobre todo gracias al pulso que entablan los dos personajes masculinos: el novio y el hijo, con bastantes situaciones desternillantes, como la fiesta con Karl Lagerfeld como figurante.

En fin, un nuevo ejemplo por parte de la cinematografía gala de cómo compatibilizar la comedia comercial con cierto grado de calidad sin caer en lo chabacano. H