Tiene 17 años, desprende su pasión por la música desde las primeras frases que pronuncia y recuerda casi con emoción su idilio con el violín, un instrumento al que llegó con ocho años después de que con un piano de juguete descubriera su privilegiado oído dos años antes. A partir de ese momento, los estudios musicales y la entrega a la música clásica han sido el leitmotiv de Carlos Rafael Martínez Arroyo, al que los especialistas y expertos en este género consideran un niño prodigio, algo que él rechaza porque «solo Mozart merece este título». Esta humildad también se refleja cuando recuerda a sus profesores -el cordobés José María Fernández y el catalán Gonzalo Comellas, a quienes no cambiaría por nadie- y de su currículum, lleno de importantes escenarios, programas, orquestas y directores, desde que con solo 10 años interpretara su primer concierto como solista mientras estudiaba en el Conservatorio Superior de Música de Cabra, su localidad natal, desde la que ha saltado a Granada, donde actualmente estudia el Bachiller Musical. El próximo domingo actuará como solista en el concierto con el que la Orquesta de Córdoba se une a la celebración del 75 aniversario de Diario CÓRDOBA, todo un broche de oro para esta importante efeméride.

-Aunque no es la primera vez que comparte escenario con la Orquesta de Córdoba, ¿cómo afronta el concierto del próximo domingo?

--Será uno de los conciertos más importantes que he hecho hasta ahora, porque toco con la Orquesta de Córdoba y por el motivo, recordar los 75 años de un periódico como el CÓRDOBA. Pero, sobre todo, por el programa. El Concierto para violín de Beethoven, el más importante del repertorio violinístico porque tiene una profundidad y una dificultad técnica que no tienen otros. No es la primera vez que lo toco, pero cada vez que lo hago aprendo algo nuevo. Es muy especial. Además, Beethoven es mi compositor favorito, lo conozco muy bien.

-¿Le molesta que le llamen niño prodigio o se siente un privilegiado al tener este don?

-No me molesta, pero no deberían llamarme así, es exagerado. Solo soy un joven al que le gusta la música y trabaja con ella. Creo que un niño prodigio es Mozart y quizá algún otro. Los demás, no.

-¿Dedicarse a la música clásica implica una forma de vida distinta a la de los demás jóvenes de su edad?

-No me gusta reconocerlo, pero sí. Hay que estudiar cada día, con los viajes se pierde mucho tiempo, y, por otra parte, la aceptación social es muy distinta a la de otras profesiones. En España no se valora tanto esta profesión como en otros países. Aquí no hay demasiada afición a la música clásica, exceptuando Madrid y Barcelona.

-¿Aún hay mucho desconocimiento de la música clásica en este país?

-Por supuesto, pero es un problema del sistema, de la educación.

-¿De dónde procede su genialidad?

--Mis padres no se dedican a la música, solo un bisabuelo mío tocaba el violín, pero no profesionalmente. Pero, por mucho que tengas, hay que trabajar duro. Eso es lo más importante. Aunque para mí no es un esfuerzo que pese.

-A pesar de su edad, ya ha tocado en grandes escenarios. ¿Cuál le ha impresionado más?

--La Sala de Cámara de la Maestranza, en Sevilla, y el Kursaal de Barcelona, uno de los mejores auditorios que conozco.

-¿En cuál le gustaría tocar?

-En el Carnegie Hall, en el Royal Albert Hall… Hay muchos, esa es mi meta y lucharé por ello, pero también está el factor suerte, la competencia…

-También se ha puesto bajo la batuta de algunos importantes directores. ¿Quién le gustaría que le dirigiera y con qué formación orquestal?

--Admiro mucho a Daniel Barenboim. Y de las orquestas, me gusta la Filarmónica de Berlín, la Sinfónica de Chicago o la de Londres… Hay bastantes.

-Ha compartido tablas con violinistas de la talla de Ara Malikian. ¿Qué le parece este artista sobre el escenario?

--Creo que no hace música clásica, aunque él empezó con este género. Ahora es más un espectáculo, que yo respeto mucho.

-¿Qué le parece la introducción de otras músicas en este instrumento como ha hecho Paco Montalvo con el flamenco?

-Personalmente, no comparto esas fusiones. No me gusta ninguna música que no sea la clásica, que tiene un rigor que no tienen otras. Con la música clásica no contemplo esas hibridaciones o fusiones.

-¿Cuál es la obra cumbre en virtuosismo o dificultad, para lucirse tocando el violín?

--Hay bastantes, por ejemplo, los conciertos para violín de Bach.

-¿Ha intentado componer? ¿Está entre sus metas?

--No. No me llama la atención. Todo lo que hay escrito es muy grande y yo no me veo como para innovar.

-¿De verdad no le gusta ninguna otra música?

--Nada de nada. No es que la odie, pero no me atrae en absoluto.

-¿Y eso lo entienden sus amigos?

--Tengo mucha suerte, me respetan. No tengo ningún problema. Y también comprenden que no dispongo de mucho tiempo.

-¿Donde le gustaría seguir estudiando cuando acabe el Bachiller?

--Tenía pensado irme fuera, pero me han aconsejado que, por ahora, estudie solo violín, para montarme gran parte del repertorio y después haré la carrera, ya veré donde.