Algunas son míticas: «Creo que esto es el comienzo de una hermosa amistad» (Casablanca); «Nadie es perfecto» (Con faldas y a lo loco) o simplemente «Rosebud» (Ciudadano Kane). Las mejores frases de la historia del cine se publican ahora reunidas en el libro Dímelo otra vez, Sam, de TB Editores.

El editor y experto en cine Mauricio Bach ha realizado la selección, que presenta como un homenaje a los guionistas de cine, en su opinión, nunca suficientemente reconocidos, a pesar de que maestros como Hitchcock lo tenían claro. «Para hacer una buena película se necesitan tres cosas: el guión, el guión y el guión», decía el autor de Psicosis.

En opinión de Bach, no es exagerado afirmar que el pleno reconocimiento de la figura del guionista no ha llegado hasta la moderna revolución de las series televisivas. Así, sucede que nombres como David Simon (The Wire), Vince Gilligan (Brewaking Bad) o Mathew Weiner (Mad Men) están en boca de todos, mientras que casi nadie sabe quienes eran Morrie Ryskind o George S. Kaufman, dos de los guionistas de cabecera de los hermanos Marx.

Uno de los elementos que ayudan a explicar esa «oscuridad pública» del guionista es que a menudo el texto definitivo de las películas surgía después de la intervención de varias personas, y a veces contaban con el toque final del llamado script doctor, una figura generalmente anónima y bien pagada.

Bach menciona algunos ejemplos de escritura colectiva que resultaron obras maestras, como Casablanca, que empezaron a redactar los gemelos Julius y Philip Epstein, pero que dejaron incompleto al recibir un encargo para trabajar con Frank Capra en la serie de documentales bélicos Why we fight.Entró entonces en escena Howard Koch, que equilibró el cinismo de los Epstein con una buena dosis de romanticismo.