Un hombre conoce a una mujer en el tren y lo que podría ser la historia de un enamoramiento a partir de un encuentro casual (homenaje a 'Breve encuentro' de David Lean) se transforma en la explicación en forma de retornos al doloroso pasado del protagonista: un soldado, apasionado de los trenes, apresado y torturado (como en 'El puente sobre el río Kwai' del cineasta ya citado) por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial y obligado a trabajar en la construcción de la línea férrea entre Birmania y Tailandia en condiciones sumamente extremas, cosa que le marca psicológicamente --como al resto de sus compañeros-- y que le condena a una vida donde los recuerdos pesan demasiado y cuando irrumpen le llevan hasta la locura, una situación que su pareja no entiende.

La película es un intento de indagación en forma de viaje al pasado, en dos tiempos, entrecruzando el relato del presente con el pasado, el género del 'biopic' con el drama y pinceladas de romance. Donde la venganza lucha con el perdón, para que la redención llegue a consumarse. Pero Jonathan Teplitzky, el director de 'Un largo viaje', no es David Lean; ni mucho menos. Y aunque realiza una correcta película, incluso con pasajes muy esteticistas, debido a la dispersión en un relato que no decide si optar por un género u otro, pierde bastante peso en su resultado final y no acaba de redondear la faena después de haber contado con un magnífico material procedente de la novela autobiográfica de Eric Lomax, el protagonista que encarna con precisión Colin Firth y que aparece en fotografías documento en los títulos de crédito finales del film. Con respecto a Nicole Kidman, que logra otra caracterización para su colección, no tiene tanto protagonismo como acostumbra, ya que el guión apuesta por llegar al límite del viaje para ajustar cuentas con un pasado por resolver entre torturador y torturado.