El delegado de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía en Córdoba, Francisco Alcalde, ha presentado este martes en el Museo Arqueológico la exposición 'A través del espejo: el arte del peinado romano', enmarcada dentro del programa educativo de actividades programadas con motivo de la Navidad desde la delegación de Cultura, Turismo y Deporte.

La Junta ha informado de que 'A través del espejo: el arte del peinado romano' ofrece un recorrido por la imagen en el mundo romano, a través del cuidado del cabello y su evolución, fundamentalmente en las mujeres. Está expuesta en el Museo Arqueológico de Córdoba desde este martes hasta el 28 de febrero del próximo año.

El delegado de Cultura, Turismo y Deporte, Francisco Alcalde, ha señalado que "mostramos a través de objetos cotidianos, utensilios para el peinado, estatuaría o reproducciones, como era el universo del peinado y nos sumergiremos en este aspecto, no exclusivo del rol femenino, desde nuevas perspectivas de la investigación".

Alcalde ha señalado que "el peinado y el arreglo personal han quedado como testimonio de que estas prácticas van más allá de modas o caprichos, y que acicalarse no era exclusivamente para los espacios privados, había otras intenciones como la individualidad, carácter o la posición social, de cara a la representación social", y ha añadido que "los peinados sirven para ubicarlas en su tiempo, pero también anuncian aspiraciones más personales".

Por último, el delegado de Cultura, ha recordado que las piezas que se exponen son retratos en mármol, y terracotas que han aparecido vinculadas a enterramientos de cremación formando parte del ajuar que acompaña al difunto. Esta tipología se desarrolla a partir de época imperial y alcanza su plenitud en los siglos II y III, pese a que se conoce su técnica en fechas prerromanas.

Más allá de modas meramente estéticas, comprender el significado de cada cambio nos puede hacer entender que pasaba entre el retrato oficial y el retrato doméstico. En el retrato oficial se desarrolla una producción que busca resaltar honores sociales o funerarios.

En el retrato doméstico un protocolo de embellecimiento permite a la mujer más libertad en los peinados junto a rostros más serenos, más emocionales y auténticos. En cualquiera de los dos ámbitos no se concebía lo que hoy consideramos natural --suelto o agitado-- pues ello era propio de los pueblos incivilizados o bárbaros.

PARTICIPACIÓN MÁS ACTIVA

La imagen física, la apariencia, y sobre todo el peinado, permitía a la mujer una participación más activa, más espontánea, allí donde los convencionalismos y presiones sociales no llegaban. Su apariencia promocionaba a la familia y la distinguía socialmente, contribuyendo a crear instantáneas de eventos especiales, tales como enlaces matrimoniales, aniversarios, nacimientos o títulos honoríficos o religiosos. El peinado y el arreglo personal se fueron convirtiendo para las mujeres romanas en reflejo de su individualidad, su carácter, su posición social o como carta de romanización.

La labor de las ornatrices como responsables de estas tareas de cuidado capilar y cosmético era, entre las clases más favorecidas, desempeñado, en ocasiones, por cotizadas esclavas o libertas. Conocedoras de su oficio y cargadas de instrumental --postizos, rizadores o tintes-- agujas, ungüentarios o cremas, cumplían su labor durante horas.

Además de los arreglos capilares para alcanzar la arquitectura y exigencias deseadas, ocupa un tiempo importante los postizos y el teñido del cabello. Tintes como la pila 'mattiaca', la 'spuma batava', la 'henna' o el sapo permitían ocultar el paso del tiempo. Muy cercanas a las ornatrices existían otras profesiones como alquimistas ('pharmacopolae') que controlan dosis, o fabricantes ('unguentarii') que preparan y venden cremas, aceites o tintes.