Juan Marsé asegura que "me he pasado media vida diciendo que no". Con esta frase resume el escritor su vida, recogida ahora en Mientras llega la felicidad , una biografía escrita por José María Cuenca después de seis años de investigación y entrevistas con el autor barcelonés. Alguna de esas negativas fue su resistencia a ingresar en la Real Academia Española: "Dos veces me invitaron, a través de Víctor García de la Concha, que vino a Barcelona con Antonio Muñoz Molina como ayudante".

Y añade: "Mi argumento es muy simple, qué voy a hacer en Madrid, mi trabajo está aquí", y precisa las razones de haberse pasado media vida diciendo que no: "Yo me sé explicar escribiendo, no tengo gran capacidad verbal, no soy un pico de oro y, de hecho, en relación con el trabajo no me gusta hablar mucho de la faena". Ha recordado la anécdota vivida con Salvador Espriu, que decía "yo sé hacer una silla, pero no pidas que explique cómo se hace"; "¡Pero vaya silla!", ha bromeado evocando la lectura que le hizo el poeta de su obra La Pell de Brau , de la que, dice, "no entendí nada".

Mientras llega la felicidad (Anagrama) es la respuesta de Cuenca a lo que ha considerado como "un escándalo cultural", la inexistencia de una biografía de Marsé, a lo que el propio biografiado ha respondido: "Todavía me pregunto por qué, pues que yo sepa, Marsé todavía no está muerto". El escritor se ha referido a personajes de mucho más interés como "Ernest Hemingway, que había cazado en Africa, participó en la I Guerra Mundial, en la Guerra Civil española, que ha tenido montones de amantes".

De la lectura de la biografía, Marsé confiesa que lo que más le ha gustado ha sido el redescubrimiento de la escritora Paulina Crusat y de las cartas que se cruzaron, un personaje olvidado que fue su maestra y que recomendó la publicación de sus primeros relatos en la revista Insula y en El Ciervo (1958), "un personaje ninguneado en Cataluña".

De la relectura de la correspondencia con Crusat, evoca Marsé que lo más importante que le dijo la escritora fue que "leyera a los grandes autores de la novela realista del XIX, Tolstoi, Flaubert, Balzac, Stendhal, y luego me descubrió a Albert Camus".

MIRADA EXTERNA Cuenca ha asegurado que "no tenía sentido que Marsé se planteara escribir unas memorias, porque esas memorias están reflejadas en sus novelas, pero sí cabía ofrecer una mirada externa, desde la posición del biógrafo, no del pornógrafo". El libro es también, según su autor, "un homenaje a la generación de Marsé, Gabriel Ferrater, Carlos Barral o Gil de Biedma, que en sus versos explicitaban el deseo de la felicidad a que alude el título".

Marsé, que detesta las hagiografías, ha confesado que afortunadamente Cuenca ha incluido en la biografía "las polémicas con los peliculeros, con Umbral, con Porcel o con el jurado del Premio Biblioteca Breve". Dice Marsé de su biografía con su habitual ironía que "por lo demás, es una novela entretenida, aunque el protagonista es un personaje inverosímil".