El cantante madrileño Josele Santiago, líder de la legendaria banda Los Enemigos, ha presentado en Córdoba su quinto disco, 'Transilvania', que ha grabado en Barcelona, ciudad en la que vive y desde la que recomienda "no mezclar el corazón y la política, porque sólo lleva al desastre".

"A mí me vale el arte por el arte, pero entiendo a los artistas y los músicos que dejan que la política se cuele en su obra", explica Josele Santiago (Madrid, 1965) sobre su obra y también sobre su último disco, un LP que ha gestado junto al productor Raúl Fernández, 'Refree' -Rosalía, Lee Ranaldo o Niño de Elche-, y que reconoce que tiene un discurso "muy puñetero".

Santiago lleva tiempo trabajando en este disco, sobre todo porque entre medias se le coló la grabación del último LP de Los Enemigos, para el que usó mucho material que, en principio, iba destinado a 'Transilvania', y al que ha ido sumando nuevas canciones en una clave estética casi desconocida en su carrera en solitario, en la que había apostado hasta ahora por una desnudez lírica y musical que ahora ha trascendido.

'Transilvania' ofrece otra perspectiva del músico, que ha querido "jugar y divertirse", y lo ha hecho explorando territorios musicales como el krautrock o sonidos muy luminosos cercanos al soul y en los que brilla con fuerza su lirismo expresivo y su legendaria "ironía", desde la que mira el mundo de forma bastante críptica.

"Es que hoy se habla del planeta en tercera persona, como si no existiera. Y es un discurso jodido porque es al planeta al que no le importan las personas. Hay canciones cuyo discurso va casi por el exterminio", dice en una entrevista con Efe el cantante, que se quedó con el título 'Transilvania' porque "evoca una presencia del mal".

También porque la imagen mental que dibuja "se parece bastante a la de los habitantes de los pueblos del castillo del conde Drácula. Estamos ahí sometidos por un mal abstracto, que no sabemos muy bien quién es", apostilla.

Grabado en Barcelona, para Santiago ha sido una experiencia muy satisfactoria; le ha quitado en parte "la manía" al estudio, y ha logrado, junto a 'Refree', "hacer algo muy juguetón con la música y que confrontara con el discurso mío como letrista que es apocalíptico".

"Bueno, yo suelo meter tres o cuatro canciones así de coña, pero el discurso suele ser puñetero", añade sobre lo que ha sido una de las características más reconocibles de su carrera en solitario y al frente de Los Enemigos, una banda cuyo retorno hace unos años fue, según su líder, "algo más que una reunión nostálgica", aunque reconozca que en principio su vuelta a los escenarios tuviera que ver con "la pasta".

Con 52 años, Santiago reconoce que lo mejor de envejecer como músico es que "llamas a los mejores y te dicen todos que sí", aunque, en general, y con su tono habitual, reflexiona que "envejecer, teniendo en cuenta la alternativa, siempre está bien".

Y a él le ha pillado en Barcelona, la ciudad a la que se marchó "persiguiendo a una rubia", y en la que ha vivido con "mucha perplejidad y con mucha tristeza" los últimos acontecimientos políticos y sociales.

"Es muy triste porque se cuela en las casas y hay grupos de amigos que ya no se hablan, y está entrando a un nivel insoportable. De ahí la perplejidad", se lamenta.