Dentro de las primeras jornadas Grandes de Córdoba, organizadas por la Real Academia y patrocinadas por la Diputación de Córdoba, con la colaboración de Diario CÓRDOBA y el Ayuntamiento, ayer se recordó a dos figuras insignes de la historia de la ciudad, el obispo Osio y el filósofo romano Séneca. El segundo día de las jornadas, que comenzaron el pasado viernes y durarán toda la semana, tuvo como ponentes a los académicos Julio Merino, presidente de la asociación Julio César, y la profesora Juana Toledano, que disertaron en el Círculo de la Amistad bajo la moderación del presidente de la Real Academia, José Cosano.

Juana Toledano, académica correspondiente por Bujalance y durante más de 30 años profesora de Lengua y Literatura en el IES Marqués de Comares de Lucena, realizó una aproximación a la vida y a la obra de Lucio Anneo Séneca desde la perspectiva de diversos autores españoles del Siglo de Oro, con preferencia cordobeses, entre los que se encuentra Ambrosio de Morales, cronista del rey Felipe II, «que nos dejó una curiosa biografía del filósofo estoico, incluida en la Crónica General de España (Libro IX), en la que también se hace referencia a las noticias populares que existían en la ciudad de Córdoba sobre su casa familiar y sobre su infancia». Otro cordobés, el baenense Luis Carrillo y Sotomayor, «nos ha transmitido numerosas referencias sobre la obra de Séneca, del que tradujo uno de sus tratados más divulgados, De brevitate vitae, De la brevedad de la vida», dijo la profesora, lo mismo que el madrileño Francisco de Quevedo, relacionado con diversos intelectuales cordobeses de su época, como el citado Luis Carrillo y Sotomayor, que «nos dejó constancia del enorme aprecio que siente por Séneca, algunas de cuyas obras glosó y amplió». Además, el pensamiento del clásico cordobés sirve de base para algunas de las composiciones poéticas más interesantes de Quevedo, apuntó Juana Toledano en su disertación. Finalmente concluyó que «los textos de Séneca nos llegan así envueltos en una estela de admiración y de respeto, divulgados al mismo tiempo en nuestro idioma por algunos de los historiadores y escritores más reconocidos del Siglo de Oro».

Por su parte, el periodista y escritor Julio Merino comenzó diciendo que “a la hora de hablar de Osio de Córdoba, lo primero que hay que recordar es que el famoso obispo que salvó el Cristianismo en Nicea vivió 101 años, porque ello tiene que ver con la inmensa labor que realizó en favor de la Iglesia antigua». Merino resaltó que su biografía «está llena de luces y sombras, de apariciones y silencios, pues como el río Guadiana a veces se esconde y nadie sabe nada de su vida y otras resurge en primerísimo plano». Explicó que Osio nació en Córdoba en el año 257 de la era cristiana y murió el año 358.

A los 39 años es nombrado obispo de Córdoba y ahí comienza su vida eclesiástica. El escritor hizo un recorrido por la vida de Osio, destacando cómo en el año 303 «participa y brilla ya con luz propia en el Concilio de Elvira, en el que se aprueba entre otras cosas el celibato» y que su fama de «gran orador y gran teólogo llega hasta Roma, donde aparece ya en torno al año 312». Pero cuando el obispo de Córdoba alcanza la cúspide es en el Concilio de Nicea, «porque allí se debatió la herejía del Arrianismo que pudo acabar con la Iglesia».

  1. A partir de ese momento Julio Merino fue repasando la vida de Osio, centrándose en el discurso que pronuncia Constantino el Grande el día de la apertura del Concilio de Nicea.