El fotógrafo Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) ofreció ayer la conferencia La furia de las imágenes en Vimcorsa, dentro de las actividades de la decimoquinta Bienal de Fotografía y en un acto presentado por Óscar Fernández, comisario de la sección oficial. En 1998 recibió el Premio Nacional de Fotografía y trece años más tarde, el Nacional de Ensayo por La cámara de Pandora (Gustavo Gili). En el 2013 se convirtió en el primer español en ganar el Hasselblad, considerado el Nobel de esta disciplina. Al ser preguntado por los motivos de la furia de las imágenes -el concepto con el que tituló el libro que publicó en el 2016- explicó que «se debe a que no solo se han vuelto promiscuas, sino que funcionan a un ritmo vertiginoso. Circulan por internet de manera que, más que su contenido, lo que prevalece es esa velocidad con la que se diseminan y nos llegan. Se han convertido más que en soportes de información, en proyectiles».

Fontcuberta ha instado a los fotógrafos a recuperar la soberanía sobre las imágenes y precisó que esto puede hacerse «con la reflexión», ya que «lo que está sucediendo es que se escapan de nuestro control y tendríamos que regresarlas al redil. ¿Cómo hacer eso? Pues pensando cómo son las imágenes, que están haciendo, dónde actúan y qué podemos hacer en la producción para que obedezcan a los contenidos que deseamos, que se inserten en nuestros propósitos de comunicación y no campen a sus anchas como están haciendo ahora». De este modo, en referencia a la proliferación de imágenes que se observa en la actualidad, sostuvo que «el problema está en que esa masificación lo que hace es rebasar el campo estricto de la representación, la imagen ya no solo media entre nosotros y el mundo, se convierte en parte del mundo, en esa medida actúa sobre nuestra conciencia». Por esto, en su opinión «ya no habitamos el mundo de las cosas, sino un mundo de imágenes».

Acerca de este cambio, concretó que «la imagen ocupa hoy un papel del que carecía antes» y comentó que «los manifestantes ya no tiran piedras, tiran fotos». Este ensayista y docente definió la postfotografía (otro concepto trabajado en su último libro) señalando que «sería un tipo de imagen de parentesco fotográfico, pero que ya ha rebasado los valores históricos de lo que hemos entendido hasta ahora por fotografía». Así, añadió que «la pregunta sería qué queda de la fotografía, y lo que queda es un tipo de imagen todavía de apariencia fotográfica, pero que se esconde detrás de la fotogragfía, porque ya no sustenta ese andamiaje ideológico como es la verdad, la memoria, la identidad, etc. Hoy en día las imágenes fotográficas tienen más que ver con la conectividad, la comunicación, la interacción social». En este sentido, sobre la posibilidad de que la fotografía conocida hasta ahora se haya terminado, aclaró que «simplemente, tiene que compartir el pastel con otro tipo de modalidades de lo fotográfico», puntualizando que «así como, por ejemplo, en el siglo XX la verdad era una obsesión, hoy la verdad es una opción».