Ha sido uno de los triunfos absolutos de la 37 edición del Festival de la Guitarra de Córdoba, una de las ovaciones más largas y uno de los conciertos más potentes: Dhafer Youssef, ese «inmigrante hambriento de arte y de música» que abandonó Túnez y la escuela coránica para estudiar música debutó con nota en una ciudad que siente propia.

«Quizá no sea algo real, pero lo que sentí es que estaba en mi hogar, tocando delante de mi gente», explica el músico tunecino en una entrevista dos días después de que llevara al Gran Teatro de Córdoba su último disco, Diwan of Beauty and Odd, grabado con titanes del jazz contemporáneo como el pianista Aaron Parks, el bajista Ben Williams y el trompetista Ambrose Akinmusire.

Su último disco, dedicado a la castigada ciudad de Damasco, es un trabajo que cruza muchas fronteras a nivel musical -jazz, rock, world music- y lírico -con letras de Al Akhtal, un poeta cristiano de los siglos VI y VII, y Al Nabulsi, un poeta sufí que vivió en la capital siria-, pero que viene a ratificar al tunecino como una de las voces más importantes del panorama del jazz europeo, en el que ha ido escalando paso a paso.

Quizá la mejor prueba de todo ello está en que hace unos meses recibía por este trabajo el Edison Award al mejor disco de músicas del mundo, un reconocimiento que el cantante y compositor agradece por el hecho de que «haya gente especializada que entienda» su mensaje, aunque resta importancia a los galardones y antepone la experiencia de poder tocar su música ante el público.