Título: El discurso del rey.

Autor: David Seidler.

Versión: Emilio Hernández.

Intérpretes: Adrián Lastra, Roberto Alvarez, Ana Villa, Gabriel Garbisu, Lola Marceli, Angel Savin.

Dirección: Magüi Mira.

Lugar: Gran Teatro, 28/04/2016.

En esta obra, El discurso del rey , nos enfrentamos a varias visiones. Normalmente una obra teatral se cambia al formato cine, pero en este caso es al contrario. Una película que ha obtenido cuatro premios Oscar se traduce a montaje escénico. La dificultad es obvia: no existen primeros planos, el discurso espacio temporal está muy limitado, y otros muchos que diferencian una película de un montaje teatral, pero zanjados perfectamente por la dirección. Magüi Mira resuelve este problema de forma contundente a través de la escenografía y su forma de jugar con ella. Los juegos de luces nos llevan de un espacio escénico a otro, sin solución de continuidad a través de una sola frase de los actores. Una cámara negra y tres paneles rojos que se iluminan para las transiciones entre dos relaciones espacio-temporales: la del Príncipe Alberto, que luego será el rey Jorge VI, con su esposa y con el logopeda, que será su amigo incondicional en la búsqueda de una solución a su problema de tartamudez, y la de la Corte. Estos son los dos tonos generales de la obra.

La relación de Bertie con Lionel, el logopeda, está perfectamente resuelta por Adrián Lastra y Roberto Alvarez con una pizca de humor que resalta aún más el trasfondo del problema, ayudados por Ana Villa como la futura reina madre. Excelente interpretación que está un punto más arriba de las del resto del elenco.

La puesta en escena muestra un punto central en el micrófono que está ahí durante toda la representación y que es un fiel reflejo de la importancia de la palabra para un rey al que su tartamudez se le presenta de forma angustiosa, al igual de la presencia del resto de personajes que le rodean constantemente en escena y son testigos mudos de los traumas y adversidades que rodean al quien será Jorge VI.

Magnífica interpretación de todos los actores aunque sea preciso realzar la de Lastra y Alvarez precisamente porque la obra se centra en el problema de tartamudez del rey, y también la de Villa como enlace entre estos dos personajes: el rey y el logopeda.

En ocasiones el ritmo baja de forma más o menos ostensible probablemente por esa adaptación a la escena del medio cinematográfico. Excesivos los 140 minutos de la función, puede que por las intervenciones corales que no aportan nada sustancial a la puesta en escena. Magníficas las transiciones soportadas en los cambios y juegos de luces. Una obra para ser vista.