Sufrí un déjà vu al enterarme del estreno de esta cinta. La razón, muy sencilla. No hacía tanto tiempo que había podido ver Churchill, de Jonathan Teplitzky, con Brian Cox y Miranda Richardson en el reparto. Y, la verdad, no me había dejado mal recuerdo. Ahora, pocos meses después, nos llega otra producción sobre el mismo personaje, situándose la historia en el mismo tiempo y el mismo lugar.

Con otra muy buena interpretación, donde no falta una excelente caracterización del personaje, sumamente cargado de maquillaje y látex como para crear el parecido a la imagen que todos tenemos de este primer ministro inglés que no tuvo más remedio que pelear con los suyos a la hora de tomar la decisión más difícil: no plegarse a Hitler cuando el resto de Europa ya estaba dominada por el nazismo.

Gary Oldman (acompañado por Kristin Scott Thomas) no falla en este excelente trabajo, que para apreciarlo al cien por cien habría que disfrutarlo en versión original, no sólo por escuchar su voz cuando lanza determinados discursos en el parlamento, también para escucharlo en la intimidad cuando pelea consigo mismo a la hora de enfrentarse con sus propios fantasmas. Ya posee el Globo de Oro al mejor actor de drama y es firme candidato al Oscar.

El relato comienza justo cuando puede que sea llamado a dirigir el país, no siendo la opción preferida del rey ni, por supuesto, de sus oponentes y allegados, que optan por pactar con el ogro alemán. Poco a poco, a la vez que asistimos a sus dudas y toma de decisiones, El instante más oscuro nos pondrá en el contraplano del Dunkerke de Christopher Nolan, filme que relata desde el otro lado del Canal de la Mancha lo que fueron esos momentos tan complicados para la vida del viejo continente durante la Segunda Guerra Mundial en los años cuarenta.

Joe Wright, el director de Expiación (2007) y Orgullo y prejuicio (2005), acierta plenamente con este drama biográfico de época.