Desde que en el 2008 el profesor de Literatura en la Universidad de Salamanca Luis García Jambrina (Zamora, 1960) se diera a conocer con su novela El manuscrito de piedra --una ficción que daba luz y no poca intriga a la oscura figura del autor de La Celestina , Fernando De Rojas--, ya barruntaba colocar a Miguel de Cervantes en el centro de una novela. Lo hace ahora con La sombra de otro (Ediciones B). Toda una osadía, lo reconoce, a las puertas de celebrarse en el 2015 los 400 años de la publicación de la segunda parte del Quijote y, más significativo, los 400 de la muerte de su autor, en el 2016.

No fue hasta encontrar al antagonista --es sabido que todo héroe lo necesita-- que Jambrina supo la manera de construir su ficción. Recordó una conferencia en la que un especialista aseguró que nunca se había escrito una novela narrada en primera persona por un envidioso y, eureka, le dio ese papel a Antonio de Segura, un oscuro personaje en la biografía cervantina. Es un hecho que Segura mantuvo un duelo con el escritor, y que a causa de su muerte Cervantes se vio obligado a marcharse de España. Ese incidente cambió su vida y es fácil seguir su huella en sus escritos. "En los estudios cervantinos no se hablaba de Segura, pero me puse a indagar y, lejos de ser un albañil o un paseante en corte sin importancia, descubrí que fue aparejador en los Reales Alcázares de Madrid, en Aranjuez y en el Pardo".

LA NEMESIS Segura, como Salieri en el caso de Mozart, se convierte en la némesis de Cervantes sin que él se dé cuenta de quién es el artífice de su mala suerte. "Me llamó la atención el carácter paranoico de Cervantes --explica Jambrina--. Se sentía perseguido, calumniado, puesto bajo sospecha, como si una mano negra moviera los hilos de su vida". ¿Y si hacer que el mal fario del escritor, que peleó en Lepanto, fue prisionero en Argel, pasó por la cárcel y acabó su vida más pobre que las ratas, tuviera un responsable? "La labor del novelista histórico es inventar pero debe ajustarse a unos datos. Lo más interesante de la vida de Cervantes son sus zonas oscuras, sus muchos enigmas y eso me ha permitido una gran libertad para imaginar. En el fondo es como esos dibujos con números, tienes que poner los colores para que se vea la figura. Se trata de dar una visión global con datos aparentemente deslavazados".

Ser contemplado por alguien que te admira mucho y precisamente por ello te odia --Jambrina imagina a Segura como un poeta frustrado ante la grandeza de Cervantes-- permite al zamorano proyectar luces y sombras sobre la figura del autor del Quijote. "Era capaz de cometer actos miserables con sus hijas o con su familia, pero también tuvo comportamientos heroicos. Era muy contradictorio y precisamente por ello, muy humano". También revela la novela algunos aspectos poco conocidos por el gran público como su tartamudez. "El aludía a sí mismo como tardo de pico" o que su herida en Lepanto no le dejara en realidad manco como manda la tradición, sino únicamente tullido.

La rivalidad entre Segura y Cervantes tiene en la novela otra equivalencia en la pugna que mantuvieron el propio Cervantes y Lope de Vega, a quien se le otorga en la ficción la discutida paternidad de la segunda parte apócrifa del Quijote. "Eso no lo invento yo --asegura Jambrina--. Es una de las hipótesis cervantinas que han barajado los historiadores. Lope o alguien de su círculo tuvo que ser el autor. Yo, además, aprovecho para imaginar que tenía negros, algo muy probable si se tiene en cuenta la agitada vida social y amorosa que llevaba". Se non è vero ...