Si los mexicanos sienten que el gigante del norte, comandado por Donald Trump, amenaza su dignidad, deberían tomar nota de las orgullosas historias de Guillermo Arriaga y sacar pecho. En tiempos, el mexicano triunfó en Hollywood con tres guiones cinematográficos filmados por su antaño amigo Alejandro González Iñárritu, 'Amores perros', '21 gramos' y 'Babel'. La pareja sedujo a la industria americana hasta que un choque de egos y un quítame ya esa autoria (o no) dio al traste con la colaboración.

Hoy Arriaga no quiere oír mentar a su antiguo amigo, ni siquiera ante la evidente idea de que el año pasado Iñárritu se hizo con el Oscar al mejor director con una historia, 'El renacido', con la que quizá sea la mejor escena de caza jamás filmada. De caza va también la cuarta y muy musculada novela de Arriaga, ‘El Salvaje’, un novelón de casi 700 páginas que cruza dos historias distintas. Una de formación levemente autobiográfica sobre un adolescente en busca de venganza y otra sobre un inuit a la caza de un perro en los hielos del Yukon canadiense.

Evocar la violencia entorno a su protagonista, que significamente se llama Juan Guillermo, ha hecho que el escritor desempolvase sus recuerdos en la Colonia Modelo, el barrio obrero donde se crió en Ciudad de México: "No necesariamente estoy contando lo que me sucedió a mí, pero obviamente traté de recordar las cosas que me sucedían, la música que escuchábamos y los programas de televisión que veíamos". Entre esos recuerdos infantiles está el de la matanza de Tlatelolco que, entre otras cosas, exacerbó las posiciones entre los estudiantes y grupúsculos de ultraderecha. Uno de estos es el responsable de la muerte del hermano mayor del protagonista.

SOBRE LA NATURALEZA

De aquella época e incluso antes, de cuando tenía solo tres años, datasu amor por la caza, uno de los grandes temas del libro. "Mi padre me enseñó un profundo amor por la naturaleza pero ese amor nunca es aséptico. Parecería que solo es posible desde el punto de vista de la ternura y no de la intensidad de la naturaleza”, explica y se pone a enumerar la cadena trófica, un punto tropical, en la que el pájaro se come al saltamontes, el halcón al pájaro, el puma al halcón y el halcón al coyote y se sorprende de la crueldad que demostramos al cerrar los ojos ante la muerte mientras pagamos a otros para que trabajen en los mataderos. Es su razón. Al autor de 'Amores perros' le parece más cruel encerrar de por vida a un gato en un apartamento.

El hecho de que no utilice armas de fuego y solo se dedique al tiro con arco parecería darle a su actividad un punto algo más equitativo. ¿No le ha temblado el pulso en algún momento? "Todo el tiempo. Hace poco salí a cazar con mi hijo y nos salió un venado precioso a unos 15 o 20 metros. Cuando tensas el arco la mayor parte de las piezas se van pero aquella vez se quedó mirándonos fijamente. Así que decidí que no era justo matarle porque el animal no sabía que yo era su predador. A mí me interesa cazar, no matar". Y naturalmente, asegura, solo caza lo que come. Así que jamás cazaría un elefante, aunque, asegure, esa carne también se come. "Pero no, nunca he cazado en África y si lo hiciera seguiría haciéndolo con arco".

FUERA DE LA POLÍTICA

Pese a la virilidad de su discurso, el tono de sus palabras es muy suave y no se altera cuando se le menciona a Trump, máximo ejemplo, según él, del descrédito mundial en el que ha caído la clase política. "Por eso eligieron a alguien que no tenía nada que ver con la política. El neoliberalismo ha generado tal concentración de fortunas de una forma tan insultante que la gente está cansada. De ahí que las salidas puedan ser hacia la izquierda, como es el caso de Chávez, o a la derecha, en el de Trump".

Arriaga es un buen conocedor de los Estados Unidos, allí ha trabajado como guionista y como realizador en su única incursión en el largometraje,'Lejos de la tierra quemada'. Sus previsiones no son alarmistas: "Somos un país estratégico para los Estados Unidos y para la sana economía mundial. Eso lo supo interpretar muy bien Bill Clinton cuando ayudó a una crisis financiera en México que a la larga hubiera podido colapasar la economía mundial, incluida la americana. El 'efecto tequila' lo llamaban. Así que puede tomarnos por adversarios pero la realidad es tozuda y acabará por imponerse".