La nueva biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba cuenta con un broche artístico excepcional: un mural de más de 65 metros cuadrados del pintor cordobés Miguel Gómez Losada. El mural, denominado Atlas nocturna , aunque en un principio empezó llamándose Tierra nueva , está pintado al óleo sobre doble cristal. Es decir: tiene más de 130 metros cuadrados de superficie pintada. El autor sólo ha trabajado con aceite de linaza y pigmento negro, con lo que los motivos --vegetales-- se definen en función de la intensidad de la aplicación. Gómez Losada ha tardado más de ocho meses en la elaboración del mural, concluido a finales de septiembre y cuya inauguración oficial está prevista para el próximo 2 de noviembre. Los primeros lienzos de cristal los pintó en una nave de las Quemadas y los siguientes ya instalados en el frontal de la biblioteca, y asegura que los ha tenido que pintar como un cuadro "porque el punto de vista es muy cercano".

La idea del mural, según cuenta Gómez Losada, surgió con el anterior decano, Joaquín Mellado, pero no se ha llevado a cabo hasta el 2011, ya con Eulalio Fernández al frente de la facultad. Y su principal valedor ha sido el arquitecto Arturo Ramírez, autor de la última remodelación del edificio. "Arturo Ramírez ha mantenido la llama viva para que se haga realidad", asegura el pintor. Y es que Ramírez fue el que le pidió a Gómez Losada una intervención artística, para separar el corredor de la biblioteca, una intervención que hiciera "de celosía vegetal para dar intimidad a la biblioteca".

"Esto es mi lenguaje pictórico pasado a vidrio", asegura Gómez Losada. "Es una vegetación inventada. Tiene forma vegetal pero es una vibración mía. Yo mismo me he ido encontrando el mural. De hecho, ahora se llama Atlas nocturna , pero empezó llamándose Tierra nueva . Hay que hacerle caso a lo que el mural te va diciendo", asegura. Y lo que le ha ido diciendo "es que pintara la noche, lo que está oculto, lo que no se ve y estimula la imaginación, la fantasía", pero también "una zarza en la puerta, para marcar el límite entre el pasillo y la biblioteca", porque las zarzas surgen allí donde está la separación entre dos zonas distintas. "Es una pintura vivencial y biográfica, llena de recuerdos silvestres, experiencias de la naturaleza salvaje, recuerdos de la infancia, de cuando mi padre nos enseñaba las estrellas de noche. Es una pintura improvisada, como el jazz", concluye.