Que seáis felices, que me lo hagáis saber, porque yo no tengo ya otra forma de felicidad que la vuestra". Con estas emotivas palabras despidió ayer el escritor Antonio Gala a los residentes de la undécima promoción de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores en el acto de clausura del curso 2012--2013. Una ceremonia brillante, a la que asistieron los miembros del Patronato de la Fundación, que se cerró con la inauguración de una muestra de los trabajos de los artistas plásticos del grupo, cuatro pintores y tres escultores, que este año han estado acompañados en la residencia por siete escritores y una investigadora de la obra del maestro. Gala, que había dicho previamente que dentro de la gravedad no se encuentra mal, estuvo muy atento a las intervenciones de los artistas residentes, a los que calificó como sus "nietos". Y luego, durante su intervención, estuvo brillante y generoso. Contó que entre las tumbas de sus perrillos en La Baltasara --la finca donde vive en Málaga-- ha crecido un árbol del amor sin que nadie lo siembre, y mostró el deseo de que, junto al naranjo que hay en el claustro de la Fundación, "surja también otro arbolito que lleve la savia de todos los que han pasado por aquí y que son mis nietos, a los que no puedo hacer otra cosa que querer".

Hizo, también, un guiño a la actualidad: "Probablemente, ya no escribiré más que para meterme con Wert", y de nuevo se dirigió a sus residentes: "pero, de todas maneras, cuanto escriba es una cuestión de amor. Solo os pido a los que habéis venido este año, que habéis estado con nosotros, que no lo olvidéis, que no os vayáis".