U año más, Antonio Gala ha acudido a despedir a la promoción de jóvenes creadores que han pasado este curso en el antiguo convento del Corpus Christi, aunque en esta ocasión el acto no contó con sus palabras porque «ya se lo he dicho todo, especialmente que les quiero», dijo el escritor cordobés al entrar al salón de actos, donde también señaló que «esta será la última vez que venga». «Tendréis que ir a verme al cementerio», continuó el escritor, que confesó que sigue escribiendo «un poco», pero «es importante porque es como si preparara el finiquito».

Según confesó el autor de El manuscrito carmesí, ha sentido una especial «predilección» por los doce residentes de la décimosexta promoción, seis escritores y otros tantos artistas plásticos, que ayer mostraron parte del trabajo realizado en estos meses, los primeros leyendo parte de sus primeras novelas y obras de teatro, y los segundos, con una exposición de sus creaciones en una de las salas de la sede de la fundación.

Durante la despedida, José María Gala, secretario general de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, relató los éxitos que han ido obteniendo algunos de los residentes de anteriores promociones, mostrando su seguridad en que «sois exactamente igual que ellos, formáis parte ya de una familia y vais a tener un futuro tan brillante como es ahora el presente de algunos de ellos».

Emocionados, y entre la alegría de las expectativas cumplidas y la tristeza de la despedida, los jóvenes mostraron su gratitud ante la oportunidad que se les ha brindado. «Ha sido un año increíble, nos llevamos una familia de aquí y las visitas de Antonio Gala han sido una verdadera delicia», decía la valenciana Yolanda Trujillo, que ha comenzado a escribir su primera obra, una novela histórica, entre los muros del antiguo convento.

Por su parte, el artista plástico marroquí Malek Sordo considera que ha sido «el mejor año de mi vida, casi perfecto», porque «he conocido a mucha gente muy culta, muy consciente y divertida, lo he pasado genial», además de valorar la convivencia con otros artistas, de los que «he aprendido mucho y he conocido nuevos puntos de vista». A partir de ahora, todos lucharán por seguir pintando o escribiendo hasta convertir esa pasión en una profesión de la que vivir.