Con una sala llena asistimos a la primera función de la nueva temporada en el Gran Teatro.

La obra del autor argentino Rafael Spregelbud La Estupidez es una narración larga, excesivamente larga, sobre la estupidez, que se desarrolla sobre la codicia en la condición humana.

La función está interpretada por dos actrices y tres actores que dan vida a veinticuatro personajes que narran la obra. La interpretación es buena en general, aunque, a opinión del que suscribe, cae en el sistema televisivo y cinematográfico sin tener en cuenta que la técnica de interpretación teatral es distinta, con lo que a veces nos se pueden seguir de una manera nítida los mensajes.

La acción transcurre en la habitación con terraza de un motel un poco cutre de Las Vegas. La dirección ha optado por recrear los hábitos de final de los años setenta y principio de los ochenta recurriendo a teléfonos clásicos, o sea fijos, walkmans y walquitalquies, y cámaras fotográficas analógicas.

La función en sí no aporta nada nuevo, algunos esquetches que producen las pequeñas hilaridades en el público. La función, insisto, larga, le sobra una hora, ocasionó un descanso que algunos espectadores aprovecharon para largarse.

Cosa que no hizo el que esto firma porque quería ver hasta dónde llegaba La Estupidez.