Tras varias décadas de altos y bajos, Frank Langella, uno de los mejores Dráculas de la historia, se estableció como infalible actor 'de carácter'. Su interpretación de Nixon le valió una nominación al Oscar. El viernes recoge en Sitges un merecido Gran Premi Honorífic.

Ha dicho que la mayoría de actores empiezan en el oficio porque son personas inseguras, y después, con el tiempo, se vuelven arrogantes. ¿Se incluye en el lote? Sí. Si la arrogancia es la cara de una moneda, en la otra cara está la inseguridad más profunda. Es el caso de casi todos los actores que conozco. Compensas en exceso tu inseguridad, tu baja autoestima o tu culpa con la arrogancia. Cuando trabajo con actores jóvenes que tienen esa actitud, no se lo tengo en cuenta. Yo era así. Es parte del proceso. Con suerte, al hacerte mayor te ablandas.

Drácula es un personaje arrogante, pero usted quiso humanizarlo en la versión de John Badham de 1979. Lo veía como un personaje solitario, incomprendido… Un hombre épicamente trágico que arrastraba la necesidad de chupar sangre para vivir, y que tendría que hacer lo que fuera para conseguirla.

Con el tiempo, esta adaptación ha adquirido un aura de culto. En su momento no fue bien recibida. Ni siquiera a mí me gustaba… Cuando la vi por primera vez, pensé que Badham había errado el tiro. Y aunque no es perfecta en absoluto, y se podría haber mejorado en muchos aspectos, creo que tiene mucho valor.

El año pasado tuvimos a Dolph Lundgren, el He-Man del cine, en Sitges. Este año nos visita usted, es decir, Skeletor. Si hice 'Masters del Universo' fue, sobre todo, por mi hijo. ¿Qué edad tiene usted? 39. Mi hijo tiene ahora 35, o sea que debía tener cuatro o cinco años cuando hice la película. Usted tendría 8 o 9. La hice por mi hijo porque adoraba a He-Man… Y me parecía excitante interpretar a alguien que quería adueñarse del universo.

¿Cómo fue trabajar en esa película con los productores de Cannon? ¿Eran Golan y Globus unos personajes tan pintorescos como se dice? Trabajar con ellos fue un horror absoluto. Reunían todos los clichés de los matones europeos que tratan de sacarte todo lo que pueden a cambio de nada. Ahora que lo pienso, tuvo su punto divertido.

Usted ha trabajado en películas producidas por Harvey Weinstein como 'Todas las cosas buenas' y 'Grace de Mónaco'. ¿Qué tiene que decir sobre los acosos y agresiones destapados? Es muy sencillo: nadie debería forzar a nadie a hacer algo que no quiere hacer. No importa si eres presidente de un estudio o si cortas pescado en una lonja. Es así de simple.

En los 80 y 90 tuvo algunos problemas para dar con proyectos resonantes. ¿Cuándo supo que el renacimiento era posible? Mi carrera ha sido como una obra de Chéjov. Ha ido en todas direcciones: arriba, abajo, más allá, fuera y vuelta a empezar. Y es como me gusta. Después de 'Drácula' pasé por una mala época. Regresé en el 2002 con una obra de teatro maravillosa, 'Fortune’s fool', para después volver a desaparecer un tiempo y regresar otra vez con 'El desafío. Frost contra Nixon'.

Su Nixon fue magnífico, menos imitación que interpretación. Nunca quise imitarlo. No soy cómico ni quiero ser respetado por lograr el sonido adecuado, el gesto adecuado… Eso es pura técnica. Yo siempre quiero capturar la emoción interior del personaje, ya sea uno ficticio o uno real. Encontrando el corazón de Nixon y retratando las cosas que hizo a través de sus ojos, en lugar de interpretarlo como un villano, daba al espectador la oportunidad de juzgarlo como creyera.

Ese mismo 2009 también rodó 'The box', una película mucho peor considerada, pero que merece ser de culto. Alguien debería reivindicarla. Es una pena que Richard Kelly [el director] no haya hecho nada en tanto tiempo. El éxito de 'Donnie Darko' fue tan grande que nadie le perdonó por el fracaso de 'Southland tales'. Y a partir de ahí la gente empezó a creer que quizá se le había sobrevalorado con la primera. Si 'The box' hubiese sido su debut, seguramente habría sido mejor recibida. Es un director original y merece hacer más películas.

Últimamente ha brillado en televisión en 'The americans'. Su personaje, Gabriel, ha dejado América, pero ¿también la serie? ¿O volveremos a saber de él? No, no, Gabriel se acabó. A menudo estas decisiones se toman por razones que nadie entiende. Decidieron enviarlo a Rusia y que se retirara. Pero estoy orgulloso de ese trabajo.

Ha de estarlo; es una de las mejores series actuales. Eso dicen, pero yo no la he visto nunca.

¿Y cómo es eso? No suelo ver las cosas que hago. Conforme vas creciendo, te das cuenta de algo: el proceso es mucho más excitante e interesante que el resultado. Porque el resultado nunca es exactamente lo que tenías en mente. A mí me encanta el proceso. Sobre el resultado, mejor que opinen otros.