Algo así como un cruce entre 'En tierra hostil' (2008) y 'El regreso' (1978), o sea, entre drama bélico y alegato pacifista, aunque otros también hayan encontrado un film de lo más patriota y maniqueo. Pues bien, pasen ustedes, vean y juzguen. Lo que está fuera de duda es el pulso narrativo y lo bien que filma sus historias Clint Eastwood. En este caso, el relato proviene de la autobiografía que escribiera el personaje protagonista, un tirador de élite que desde su infancia descubre que tiene esa habilidad para dar en el blanco, al igual que una obsesiva intención de convertirse en el ángel de la guarda de todo un ejército de hombres destinados a luchar en Irak, después de quedar impresionado con los atentados del 11-S.

El film arranca cuando Chris Kyle, en la piel de Bradley Cooper (actor que ha encontrado su gran papel con este excelente trabajo para el que se ha transformado físicamente, más allá de las comedias que le han catapultado a la fama, ahora demuestra dominar el drama con bastante precisión y guiado por todo un maestro de la dirección de actores), tiene que tomar una muy difícil decisión mientras apunta con su arma y, justo antes de disparar, el relato enlaza gracias al uso del 'flash back' con la infancia del personaje en una presentación de los motivos que le han llevado hasta donde está. Sin pérdidas de tiempo y sin que el ritmo decaiga, asistimos a los momentos más importantes en la vida de este hombre llamado a convertirse en 'Leyenda' como uno de los francotiradores más letales en la historia de su país, para protección de compañeros y azote de enemigos, a la vez conoceremos la difícil relación con su mujer (encarnada con efectividad por Sienna Miller, que da con el retrato de quien vive lejos de la guerra pero con el miedo permanente a la muerte de su marido en la batalla) y cómo después de cuatro misiones el soldado acaba siendo una víctima más de la aniquilación.