El Premio Planeta asiste en su 65 edición a la difuminación de las fronteras entre géneros, como constatan las diez novelas finalistas, en las que se entremezclan la novela negra, el género histórico, la intriga o la aventura. En nombre del jurado, Emili Rosales explicó que «las categorías inmóviles de los géneros ya no sirven para el Planeta, pues se puede escribir una novela histórica en la que predomine la intriga o una novela de aprendizaje que puede estar trufada de páginas eruditas o una saga familiar con notas policíacas».

Según Rosales, se trata de «escribir una nueva historia, pero bajo una nueva formulación literaria». El escritor jienense Juan Eslava Galán, miembro del jurado, desgranó una a una las diez finalistas, entre las que figuran El marido de la gitanilla, «una novela histórica de aventuras y aprendizaje entreverada de teorías conspirativas»; Sol de Tebas, una novela negra con un escritor de éxito de protagonista; Tinta corrida, que se mueve entre la novela romántica y la novela social de costumbres en la Argentina de los años 20; o Sardinas coloradas, «una novela policíaca, con elementos fantásticos y con puntos de novela sentimental».

Eslava se referió asimismo a El nacimiento, «a medio camino entre la novela de acción y de aventuras, y ambientada en la Atenas de la guerra de Peloponeso»; la intimista Con un par de alas, «una novela de sentimientos y femenina, con un contrapunto de ironía y comicidad”; o El camino de Santiago, que contiene realismo mágico y lirismo”.

El reposo de la tierra durante el invierno, «una novela testimonial, intimista, durante la Argentina que transita por los gobiernos de Cámpora, Perón, Evita y Videla»; y Nada impide, una novela negra clásica, de estilo lineal, con buenos diálogos y sorpresas dosificadas», completan las finalistas. H