El Festival Internacional de Benicàssim (FIB) cruzó ayer su ecuador con el rock vintage de Arctic Monkeys y su irreverente directo, acompañado del recuerdo en concierto de uno de los álbumes que ensalzaron la década de los noventa, Screamadelica , de Primal Scream.

El imponente recital que ofreció Arctic Monkeys en este escenario en el 2007 permanece en la memoria colectiva de los fibers . Desde entonces, las composiciones de su líder, Alex Turner, han evolucionado desde el rock austero de garaje hacia el sonido Beatles, muy presente en las melodías luminosas que caracterizan Suck and see it .

El FIB está reescribiendo su historia a través de grandes nombres de la música independiente y afluencias masivas, con unas estimaciones de la organización que se aproximan a las del 2009, en las que se registró una asistencia récord de 200.000 personas. Además de Arctic Monkeys, el festival introdujo un nuevo elemento de nostalgia con Primal Scream celebrando en directo el décimo aniversario de uno de los mayores legados de la música contemporánea: Screamadelica . También regresaron, por segundo año consecutivo, Mumford & Sons, y el cartel tuvo otros atractivos como la avanzadilla pop española, encabezada por Lori Meyers, Astrud, Nadadora y Los Ginkas. Defender la música en castellano en este contexto es una aventura.