El dinero hay quien piensa que puede dar la tranquilidad, pero a la vista de la séptima película de Gracia Querejeta, una producción con muy buen reparto encabezado por Maribel Verdú, posiblemente se acabe pensando lo contrario. Un buen premio económico (o, más bien, el hacerlo público) es, precisamente, lo que provoca la intriga y que esta cinta, que comienza como cualquier otra de aquellas que configuraron ese género de reencuentros de viejos amigos, al modo de 'Los amigos de Peter' (1992) de Branagh, donde no suele faltar la sorpresa que incorporan los guionistas en el momento más preciso del relato, se transforme en drama con tintes de tragedia y con un final bastante discutible y ambiguo, como si la directora no hubiese sabido cómo llegar a la conclusión, derrumbándose poco a poco el suspense a base de inverosímiles giros en la trama que sustenta la acción.

Todo arranca cuando la protagonista decide invitar, con motivo de la celebración de su cuarenta cumpleaños, a familia y amigos (entre los que se encuentra su antiguo novio, una pena que Ginés García Millán no esté más tiempo en pantalla por exigencias de guión), en un paradisíaco lugar al borde del mar, haciéndoles volar a todos ellos hasta las islas Canarias. Poco a poco iremos conociendo a cada cual, en una introducción donde se empezarán a ver algunos de sus secretos y mentiras, según delante de quién estén. Y ahí están todos, la pareja de amigos haciendo ver que su negocio gastronómico va viento en popa (gran Eduard Fernández), cuando en realidad están a un paso de la quiebra; la inestable hermana con el prenda del cuñado (Antonio de la Torre consigue que odiemos a su personaje) y con un hijo que añora más la compañía de su tía que la de sus padres, el amigo fantasmón y millonario que hace Alex OIDogherty pasa por ahí encantado de haberse conocido. Y ellas: Nora Navas, Marian Alvarez, Paula Cancio y, por supuesto, la Verdú, están sobresalientes.