En la escuela de arte Mateo Inurria se inauguró ayer la exposición Mateo Inurria, labor docente y escultura monumental, con la que este centro educativo, que lleva su nombre, rinde homenaje al artista con motivo de la celebración del 150 aniversario de su nacimiento. «Con esta exposición nos sumamos a las acciones culturales que se están tributando al artista por parte del Museo de Bellas Artes de Córdoba, Museo Diocesano y Centro de Profesorado Luisa Revuelta, con distintas iniciativas que pretenden significar la relevante aportación realizada por el gran escultor cordobés en el panorama plástico del periodo de entresiglos», explicó su director, Miguel Clémentson.

La exposición acoge algunas obras originales del escultor, pero incide especialmente en la labor desarrollada por su parte para programar en su día los planes de estudio específicos de la Escuela Superior de Artes Industriales de Córdoba, en los que la presencia de distintos talleres artísticos tuvieron singular relevancia. «Se valoran igualmente los trabajos realizados por el artista en relación con la tipología escultórica de ‘monumento público’, en que destacó especialmente en la época con sus proyectos», aseguró el director de la escuela.

El delegado de Cultura de la Junta, Francisco Alcalde, destacó durante la inauguración de la muestra su «trayectoria de trabajo incansable cuajada de éxitos, tanto en Córdoba como en Madrid, lo que le valió para ser reconocido tanto en vida y especialmente tras su muerte en 1924, en el que los actos de homenaje se sucedieron».

Fue hijo del escultor y decorador de origen valenciano Mateo Inurria Uriarte e inició sus estudios en la Escuela Provincial de Bellas Artes hasta 1883, siendo pensionado por la Diputación Provincial para estudiar en Madrid. Pronto destacó como dibujante y escultor y comenzó a realizar obras públicas y a colaborar en restauraciones de patrimonio, especialmente con Ricardo Velázquez Bosco en los trabajos de restauración de la Mezquita-Catedral y Medina Azahara.

Mateo Inurria fue desde 1902 director de la recién creada Escuela de Artes Industriales, además de Comisario Regio de Bellas Artes hasta fines de 1911, año en que se marcha a vivir a Madrid, donde redondea su carrera artística triunfando nuevamente en exposiciones nacionales y continúa su labor como profesor de Modelado y Vaciado en su Escuela de Artes y Oficios. El artista falleció en 1924, en plena madurez creativa, de forma inesperada.