Tiene 56 años, en junio cumplirá 40 subido a los escenarios «y espero estar otros 40 si puedo». A Juan Echanove lo hemos visto en el cine, el teatro y la televisión, ha recibido más de 70 premios y a estas alturas, «después de haber hecho tantas cosas, todo lo veo con más distancia», dice. Al Gran Teatro de Córdoba ha vuelto de nuevo, esta vez con Sueños, encarnando a Quevedo, cuya segunda y última función representa esta noche.

-Usted pensó que representaría a Quevedo en el Teatro Góngora y no le cayó muy bien, ¿no?

-Pues la última vez que estuve aquí ensayando con la Orquesta de Córdoba el Hamlet de Shostakovich para hacerlo en Úbeda, me dijeron que el Gran Teatro iba a estar en obras pero que no me preocupara porque íbamos a hacerlo en el Teatro Góngora. Y yo me dije, dios mío, ¿pero cómo vamos a hacer Quevedo en el Góngora? Es casi tentar a la suerte, tiene algo de malaje (por aquello de las malas relaciones entre Góngora y Quevedo). Pero bueno, dije, si cabemos… pues el montaje, aunque no tiene mucha complicación, para lograr esa sencillez es impresionante, pero es que para mí venir a Córdoba y no trabajar en el Gran Teatro era un pequeño disgustillo. Porque he estado muchas veces aquí y además me gusta mucho la ciudad, la conozco muy bien, me vuelve loco sobre todo esa conciliación de las tres culturas, la especial convivencia entre judíos, musulmanes, cristianos… todo eso ha generado un legado histórico, artístico, pero también filosófico a la hora de enfrentar la vida de los cordobeses, que les hace ser muy especiales para recibir el arte y la creatividad de manera mucho mas interesante que otras provincias.

- ‘Sueños’ no ha dejado de cosechar ovaciones y buenas críticas por donde va pasando, ¿qué espera del publico de Córdoba?

-Mira, yo sé que la obra viene avalada y sé que la obra funciona y gusta, que conmueve, pero lo único que yo puedo hacer es hacer algo de gimnasio o caminata rápida por la ciudad porque es una obra que la exigencia física que tiene es brutal y tengo que estar en forma porque me puedo lesionar. Tengo que cuidarme mucho y prepararme mentalmente para ese encuentro y darle a los ciudadanos cordobeses lo mejor de mí. Y en estas dos funciones no voy a a escatimar ni un ápice, nada.

-¿Qué representa para usted dar vida a un personaje como Quevedo?

-En el fondo lo pienso y digo, sobre todo me llega en este momento, en esta edad, me miro al espejo y digo, puedo hacer a Quevedo, y eso me fascina. Y para mi ego personal, que también lo tengo, pues digo algo bueno habrás tenido que hacer a lo largo de tu carrera porque si no nunca hubieras hecho a este personaje. De alguna manera supone un regalo y también una responsabilidad enorme porque es la obra más difícil pero que a la vez más satisfacciones me está dando.

-Definen la obra como un tratado de corrupción. ¿Qué semejanzas hay entre aquel siglo XVII y el momento actual?

-Cuando uno lee toda la obra completa de Quevedo, donde describe esa corrupción, ese imperio en descomposición, en putrefacción, uno lo primero que piensa es que, o bien Quevedo fue un visionario y adivinó cosas que nos iban a pasar cuatro siglos más tarde, que eso no me convence, pues creo más en las cosas terrenas; o que somos nosotros los que estamos retrocediendo a posiciones del Barroco. Yo creo que es eso. Hay una degradación absoluta, no se puede frenar la violencia de género, los crímenes familiares son cada vez más potentes, aquí ha robado todo el mundo y dudo que hayan dejado de robar… pero además es que es que los que lo pagan siempre son los pobres, y el estado de bienestar vamos a dejarlo solo en estar… y eso que es lo que ocurría entonces. Los salarios del Siglo de Oro eran cada vez más recortados y la gente tenía que acabar viviendo en las calles, donde entonces no había ni luz, y solo cabía la posibilidad de ser rufianes, y no lo digo por el congresista, y pícaros de verdad. Y eso hoy en día alomejor tiene otro colorido, pero es el mismo prisma. Todo lo que dio la complexión de lo que es Córdoba, de convivencia, sería imposible hoy, el que más se acercó fue Zapatero que dijo que quería hacer una alianza de civilizaciones y casi lo tiran al río….

-Vaya panorama…

-Es esperpéntico, ya me gustaría que fuera mas tranquilizador, o un mundo de pajaritos y ruiseñores… pero tenemos un presidente de la Generalitat huido en Bélgica, prófugo, joder… y dices, la cosita no está bien.

-En cuanto a la cultura, pese al IVA cultural, los teatros se llenan, la gente responde, ¿no?

-Pero se llenan en provincias, que son dos funciones. Y en Madrid, los fines de semana están bastante llenos. Lo del IVA ha sido un castigo y nos han tenido jodidos. Cuando uno ve un teatro lleno cree que toda la recaudación es para la compañía, pero a la producción le llega no más del 60% en teatro públicos. Y las producciones privadas son prácticamente inviables. Lo que pasa es que el teatro tiene una capacidad de sobrevivir que yo creo que está basada en que no existe en la manta, no se puede replicar, no se puede piratear. El teatro hay que venir a verlo. Pero yo creo que la crisis no la ha marcado tanto la subida del IVA cultural, que no debería existir, como la educación.

-Finalmente, usted, ¿en qué momento se encuentra?

-Pues creo que la segunda mitad de mi vida ha empezado hace muy poco, y me está trayendo todos los frutos que he sembrado en la primera. En lo profesional, siempre tendré un compromiso firme con el teatro.