Qué tiene que venir a Pozoblanco para que el teatro El Silo se llene? Esa era la pregunta que muchas personas se hacían el sábado por la noche minutos antes de iniciarse la representación de El Coloquio de los Perros a cargo de Els Joglars después de ver alrededor de la mitad de la sala vacía (cuenta con capacidad para 800 espectadores). Este es un espacio que se llena para otros espectáculos y aunque el teatro siempre ha tenido tirón en Pozoblanco últimamente el público no se prodiga en exceso. No pudo ser el precio, las sillas más caras costaban 16 euros y las más baratas 10.

Con este panorama comenzó la propuesta estrella de la programación de otoño de la delegación de Cultura del Ayuntamiento de Pozoblanco, una adaptación libre que la mítica compañía catalana ha hecho de la novela de Miguel de Cervantes. La dramaturgia, obra de Albert Boadella y Martina Cabanas, está dirigida por primera vez por Ramón Fontseré que además da vida a Cipión, uno de los perros protagonistas, y se pone en escena en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

En un austero escenario con un sobrio juego de luces, el público asiste al relato de las andanzas de Cipión y Berganza, dos canes encerrados en una perrera municipal que durante 24 horas tienen el don del hablar. Manolo, el guarda de seguridad que custodia el recinto, es su particular testigo y cómplice. Una hora y veinticico minutos aproximadamente en los que los actores muestran y critican las miserias de la condición humana desde el punto de vista de los dos animales protagonistas, tras su experiencia con distintos amos.

La obra de Els Joglars logró arrancar algunas risas entre el público, al final el aplauso de la mayoría --más enfervorizado entre algún ocupante de las primeras filas-- y el silencio de los menos a los que la representación, a pesar de las expectativas, no logró seducir.