Los históricos muros de la iglesia de San Agustín acogieron ayer un espectáculo único al recibir a la Orquesta de Córdoba y al coro de la Fundación Miguel Castillejo, reforzado para la ocasión, que interpretaron el Réquiem de Mozart, provocando la emoción de los más de mil cordobeses que pudieron acceder al templo, que aumentó su aforo ayer gracias a la instalación de sillas en sus naves laterales y al hecho de que muchos de los asistentes se ubicaron de pie, tanto en la nave central como en cualquiera de los rincones de la iglesia. La expectación creada por este concierto, de entrada libre hasta completar aforo, hizo que cientos de personas se quedaran sin poder entrar en el templo, congregándose en la plaza de San Agustín.

Bajo la batuta de Angel Jiménez, las primeras notas en sonar fueron las de Exsultate Jubilate , motete religioso de Mozart al que acompañó la voz de la premiada soprano Cristina Toledo. Tras los primeros aplausos, se pasó al plato fuerte de la noche, el esperado Réquiem , que sobrecogió en muchos momentos a un público entregado a la melodía de una de las páginas más importantes de la historia de la música.

Un numeroso grupo de autoridades, encabezado por el alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, representantes empresariales, presidentes de asociaciones y entidades se dieron cita en este concierto, organizado por la Agrupación de Cofradías y el Círculo de la Amistad, cuyos responsables, Juan Villalba y Federico Roca, respectivamente, actuaron como anfitriones.

A pesar de las difilcultades que encierra esta obra, el público salió muy satisfecho de este espectáculo, que creció en brillantez gracias al esplendoroso escenario en el que se convirtió la iglesia de San Agustín, que anoche lucía como nunca. Por su parte, los organizadores también mostraron su satisfacción por el resultado de esta iniciativa cultural.