Con ésta, su décimotercera película, Álex de la Iglesia vuelve a La comunidad, uno de los títulos más interesantes de su filmografía y donde lo teatral -en el mejor sentido del término- prima sobre otros aspectos. Comedia negra y coral que va transformándose a medida que evoluciona el relato, apareciendo el suspense, la ciencia-ficción, el drama… y más. Nuevamente nos encontramos a un grupo bastante heterogéneo de personajes encerrados en un espacio (el que da título al filme), sin posibilidad de salida, la amenaza está en el exterior, aunque posteriormente ellos mismos (el personal y los clientes del establecimiento) descubrirán que el problema está dentro y tendrán que pelear para sobrevivir. Vuelve a escribir junto a su guionista habitual, Jorge Guerricaechevarría, consiguiendo un brillante comienzo que atrapa al espectador en la butaca durante los dos primeros actos, aunque cuando queda un tercio de metraje y parte del reparto cae en lo más bajo y oscuro de camino al final, la cosa decae. Mantener la atención del público de principio a fin es virtud de pocos cineastas, Hitchcock por ejemplo lo supo hacer. Y algo del mago del suspense hay también, por momentos, en este thriller mezclado con todo tipo de géneros (el cómic sigue estando presente en su estilo) donde lo importante son las relaciones que se van creando al límite entre los tipos que construyen Mario Casas, Blanca Suárez, Secun de la Rosa, Carmen Machi, Terele Pávez, Jaime Ordóñez y todos los que componen la troupe (estupendos cada uno de ellos en sus interpretaciones).

El bar se pone en escena en tres escenarios diferentes: el primer acto se desarrolla en la superficie, el segundo en el sótano y el último en las cloacas. La evolución de cada personaje también irá en la misma dirección, saliendo al exterior lo peor de cada cual en su pelea por la supervivencia. Y si hubiera algo que podar sería ese final alargado donde el director se recrea con desagradables escenografías donde habitan roedores, cucarachas y demasiados alaridos.