El edificio suma 4.700 metros cuadrados construidos en dos volúmenes en los que se distribuyen la planta baja, concebida como una extensión de la plaza de la Romanilla, y que cuenta con un auditorio movible para distintos usos; la superior, destinada al archivo y las oficinas; el sótano, para la sala de exposiciones, que recibe baños de luz, y la cámara acorazada donde se custodiará el legado.

Durante un recorrido guiado por las instalaciones, el equipo mexicano de arquitectos autor del proyecto explicó ayer que han pretendido con este diseño impregnar el edificio de una de las características de Lorca: su "entrega" a la ciudad y sus gentes. De ahí que la planta baja haya sido concebida como una extensión de la plaza de la Romanilla, ha indicado Mónica Juvera, miembro del equipo, que ha resaltado también el simbólico color rojizo de la cámara acorazada de un edificio pensado prioritariamente para conectar con la ciudad.