Si la semana pasada hablábamos de un histórico del nuevo cine alemán (Wim Wenders), hoy volvemos a recordar la existencia de dicho movimiento, una especie de Nouvelle Vague germánica, a propósito de la última película de uno de sus fundadores, el histórico cineasta Volker Schlöndorff (a quien no pocos recordarán por 'El tambor de hojalata' de 1979, adaptación de la novela homónima del Nobel Günter Grass, con la que consiguió Oscar y Palma de Oro en Cannes) y que ahora lleva a la pantalla una pieza teatral de Cyril Gely con gran acierto, no sólo en cuanto a dramaturgia sino también a nivel interpretativo. A partir de un diálogo, durante la noche en que se supone ha de destruirse París por orden del Führer, para que Berlín no sea menos, durante el 25 de agosto de 1944, mientras los aliados entran en París, se construye un texto de suma tensión dramática donde un diplomático tendrá que convencer en unas horas al militar nazi que recibe tan funesta orden para que incumpla con su deber. La acción se desarrolla en la suite del hotel ocupado donde está atrincherado el último reducto del ejército nazi, justo cuando se ha de dar la orden de hacer explosionar los puntos más estratégicos de la ciudad de la luz. Magnífico el duelo interpretativo entre André Dussollier (en el papel de cónsul sueco) y Niels Arestrup (como gobernador militar alemán). Tan sólo una objeción: una pena no poder apreciar en versión original de las verdaderas voces de estos excelsos actores para poder apreciar al cien por cien sus actuaciones, al ser básicamente éste un film sostenido en dos grandes pilares: la dramaturgia de un gran texto y la maestría con que se han construido los personajes.

Tampoco está mal cómo el director que inaugurara su filmografía en 1966 con 'El joven Törless' ha montado y planificado para que nadie note cómo el buen teatro se convierte en cine de no menos calidad. Y sin renunciar al tema que siempre ha marcado su obra.