Desde hace ya 22 años, Destroyer es el principal vehículo para la intuición melódica y el ingenio literario del canadiense Dan Bejar, también visto en The New Pornographers.

Ha titulado el disco como se iba a llamar en un principio 'The wild ones', la famosa balada de Suede. Sí. Tampoco pensaba en ellos mientras hacía este disco, aunque la segunda parte del tema 'Sky’s grey' pueda recordar. Creo que Brett Anderson y yo coincidimos en muchas influencias, grupos de la era glam rock. Desde luego, te pueden comparar con peores cosas que Suede. Los dos primeros discos eran increíbles. El resto, tampoco los he oído mucho.

Mientras componía estas canciones pensaba en los últimos días del thatcherismo, cuando la música le atacó "como una enfermedad". ¿Qué clase de discos se metieron en su organismo? Mucha música inglesa que era imposible de escuchar en la radio, al menos en Canadá. Las bandas sonoras de las pelis de John Hughes eran un buen punto de partida. 'La chica de rosa'... 'Una maravilla con clase'... A partir de ahí podías obsesionarte con la new wave y el synth-pop. Quemé el primer disco de The House Of Love. Y muchos otros del sello Creation.

No es usted el único artista norteamericano que cita la música del cine de Hughes como influencia capital. En aquella época, si tenías entre 13 y 14 años, y eras un poco sensiblero, como yo, no podía gustarte demasiado el 'underground' americano... Yo era sensiblero, además de un canadiense con pretenciosas aspiraciones europeístas.

Su sonido es más despojado que nunca en este disco. ¿Puede ser, de nuevo, la influencia de los Pet Shop Boys más minimalistas, como en 'Kaputt'? Cuando supe por primera vez de Pet Shop Boys, me iban más las guitarras alternativas, la verdad. No les hice mucho caso. Dos años antes de hacer 'Kaputt', escuché su disco 'Behaviour' por primera vez, y me sobrecogió; marcó mucho las siguientes canciones. Las de mi nuevo disco suenan duras, frías, adjetivos que no sé si pueden aplicarse a Pet Shop Boys.

¿Por qué decidió grabar 'ken' como un experimento solitario, en lugar de como un clásico disco 'de banda'? Simplemente decidí dar algo de vía libre a mi productor [Josh Wells]. Muchos sonidos y texturas son idea suya. En principio iba a ser un disco tocado enteramente por mí. Primero compondría los temas. Luego tocaría las guitarras. Después los pianos. En el proceso, cambié de idea y me dejé ayudar por Josh. También por músicos de 'Poison season' [el disco de Destroyer del 2015] que fueron añadiendo aportaciones de forma bastante metódica.

Uno de los hitos del disco es 'In the morning', canción sobre las canciones. Eso en parte. También es una canción sobre cómo absorbe la gente la música. Y cómo la música flota por el mundo. Por otro lado, en ella también me lamento por lo poco que duran ahora las músicas y los músicos en la conciencia colectiva.

Cuando en ella canta sobre "el ritmo de la noche", ¿es una referencia a DeBarge o a Corona? Mmm. (Risas). 'El último dragón' [cuya banda sonora incluía el 'Rhythm of the night' de los primeros] es una referencia más importante para mí.

En los últimos discos parece haber optado por acortar las letras y buscar su musicalidad. 'Tinseltown swimming in blood' no es una canción corta, pero hace seis o siete años habría escrito el doble de versos para ella. En mi opinión, 'Poison season' las tenía muy… escritas. Pero en el nuevo las hay de dos minutos; cortas y simples. Es bastante significativo. Es como si quisiera escapar de mí mismo.

Hay una gran canción, 'A light travels down the catwalk', en la que habla de nieve sobre Barcelona. No es una imagen común. ¿Estaba usted en la ciudad en enero del 2010, cuando tuvimos la última nevada seria? No, no, en realidad no. Pero esa canción tiene bastante tiempo, así que igual retuve esa información sin darme cuenta y la usé de forma inconsciente. De forma consciente, lo hice porque 'Barcelona' queda bien con 'Berlín'. [El verso completo dice: "En Berlín hace sol; en Barcelona, nieva"].

¿Cómo presentará las nuevas canciones en directo? ¿Planea ponerles más carne o preservará su austeridad? Cualquiera de las dos ideas me parece bien. Ser fiel a su crudeza y minimalismo. O hacerlas explotar y dejar que ellas mismas nos lleven adonde quieran ir.