El director bosnio ganó el premio FIPRESCI y el Oso de Plata en la pasada Berlinale con 'Hotel Europa', adaptación-expansión del monólogo de Bernard-Henri Lévy sobre el triste estado de la Unión. La película acaba de llegar a nuestras salas.

¿Por qué pensó que un monólogo podía dar pie a una película? En principio, parece difícil que funcione. Y tanto que lo es. Puedes hacer un monólogo de 90 minutos en el teatro, pero eso en cine no funciona. Pensé en construir más historias a partir de la base, combinarlas, y todo salió natural. Por suerte, Lévy siempre fue generoso, apoyó cada cambio, y me animó a ofrecer mi propia visión de la obra.

Ofrece una mirada bastante pesimista de Europa. ¿Piensa usted como el personaje de Jacques Weber? ¿Que está destinada a morir una y otra vez? Puede considerarse una mirada pesimista, pero también una llamada a las armas. Para serle honesto, yo creo en Europa, pero tenemos que rescatarla de los burócratas, recordar un poco por qué empezamos todo este proceso.

Usted ha dicho que el modelo a seguir es el islandés. Es un modelo, pero no el único. Se trata de repensarlo todo. Repensar Europa. Pero seguir adelante con un proyecto que es, sin duda, la mejor opción que existe.

En el 2008 formó un partido político pro-europeo, Nasa Stranka. ¿Ha sido una experiencia satisfactoria? Como experiencia ha sido satisfactoria. En cuanto al éxito, depende de la idea que cada uno tenga del éxito… Estamos subiendo. En realidad no estoy tan implicado como antes; yo lo que quiero es dirigir cine. Sigo amando mi país y me gustaría verlo crecer. Es un sitio precioso para vivir, sobre todo por su naturaleza, pero vivimos instalados en el miedo.

¿Cuánto debe 'Hotel Europa' al cine coral de Robert Altman? Mucho, por supuesto. Pero también a 'Crash', 'Birdman'… Pensé que esta era la forma correcta de contar la historia. De todos modos, si uno se fija bien, todas las películas son en realidad corales.

Sus influencias cinematográficas se reparten entre Occidente y Oriente. Es así por la propia situación de Yugoslavia, encerrada entre ambas partes. De joven me fascinaba tanto el cine de EEUU como el que se hacía en Rusia. Y a través de mi padre me aficioné al neorrealismo italiano. El cine es muy grande. Hay tantos buenos directores en todos y cada uno de los lugares del mundo. Ese es el gran placer de mi trabajo: poder viajar a otros sitios, conocer a cineastas de estos lugares, aprender de ellos.