Dani Martín ya prometía una noche para el recuerdo cuando el lunes a media tarde se anunciaba que las entradas habían sido agotadas, la Axerquía iba a estar a rebosar. Y así fue. Lleno absoluto, público exaltado de la emoción de ver a su ídolo y unas dos horas de concierto, que dieron para mucho. Hasta para oirle cantar con Leiva Peter Pan y Cero, un lujo al alcance de muy pocos. Ya a las ocho de la tarde 3.200 personas empezaban a formar una cola que hasta las nueve no empezaría a avanzar para dar paso a la música sobre las diez de la noche. Había de todo: adolescentes alocadas, veinteañeros que no paraban de cantar e incluso padres e hijos que disfrutaban del que fue vocalista de El Canto del Loco entre 1994 y 2010.

Al empezar la propia voz del madrileño sonaba grabada hablando de «caer y volver a levantarse». Sobre el escenario imágenes de boxeadores, tubos catódicos y focos de plató formaban el atrezzo que acompañó a la apertura del concierto.

Su último disco La Montaña Rusa (2016) estuvo muy presente con canciones como Las ganas, la primera que sonó, que habla de un amor que ya se ha perdido, que ha llegado a su fin. A esta se unieron Nada más que tú, Palomas, Dibujas... Y ahí apareció Leiva y reventó la Axerquía. Luego llegaron París, Mi teatro, Afuera, Que se Mueran de Envidia, y también Romperás (con un ritmo mucho más movido que las demás) y más tarde Ahora, Despierta... Canciones que conforman un trabajo que muestra el punto álgido de la madurez del cantante, que ya mostraba letras con mensaje en sus inicios; letras que a día de hoy se muestran con mucha más forma.

La otra versión del madrileño también se dejó ver, intercalándose entre la novedad. Tanto canciones de su carrera en solitario, como temas míticos del que fue su grupo, se interpretaron sobre un escenario fundido con la grada en una noche magnífica.

Córdoba fue testigo de un Dani siempre cercano, familiar, amigo de sus fans. Al grito de «otra» el público pedía que no terminase esta cita tan esperada. Cerrando con Los Charcos sacó su as de la manga: sacó a dos chicos al escenario al final de su última canción en Córdoba. Entregada a su música, sus letras, su voz. Un conjunto de melodías de auténtico pop-rock español, desde las más lentas hasta esas que se bailan saltando, hasta perder el aliento. Martín decía adiós bajo un cielo estrellado de mediados de septiembre y al fresco.