Se encuentra en el momento más dulce de su carrera y también el más maduro, aunque, según declara «lo mejor está por llegar». Después de siete años mostranto su vis cómica en la piel de la psicóloga Judith Becker de La que se avecina, una serie que ha decidido abandonar pese a su gran éxito, el 2016 le ha dado tres películas y el «regalo» de interpretar a Sally Bowles en Cabaret, donde la actriz muestra un registro prácticamente desconocido para el público, el de bailarina y cantante. Y con este montaje llegará al Gran Teatro de Córdoba el próximo jueves, para permanecer en cartel hasta el 5 de febrero, lo que permitirá a Cristina Castaño conocer la ciudad, algo que «está deseando».

-¿En qué se diferencia su Sally de las que ya hemos visto?

-En que la hago yo, básicamente, que soy una actriz diferente al resto de las que han interpretado el papel. Cualquier Sally va a ser diferente al resto. Lo grande del mundo de la interpretación y del arte es que cualquier pieza tocada, pintada, esculpida o interpretada por un artista diferente, va a ser diferente.

-Hacer un musical que inevitablemente recuerda a Liza Minelli, ¿le preocupa o le motiva?

-Me motiva. Liza Minelli es muy grande y está en la memoria colectiva de todos, pero Cabaret es un clásico y, lo mismo que Ofelia o Hamlet son interpretados de forma muy distinta, en Cabaret también habrá muchas Sallys y maestros de ceremonias diferentes. Mi meta es conocer a Sally lo más hondo posible y hacérsela llegar al espectador.

-¿Hay algún personaje femenino de musical más atractivo que este?

--Yo ya he cumplido mi sueño con Sally Bowles, y me siento muy afortunada de haber sido la elegida. El único papel de musical que me atraería interpretar, y no más que a Sally, sería Satine, de Moulin Rouge.

-¿Qué tiene este espectáculo para que se versionee una y otra vez? ¿Es el montaje musical por excelencia o es que su historia siempre tendrá vigencia?

-Chicago es también un musical muy bueno, nunca te cansas de verlo si está bien interpretado. Creo que los clásicos nunca pasan de moda, siempre están vigentes, y Cabaret, además, está muy de actualidad hoy en día. Vivimos una época casi tan convulsa como aquella, y creo que se plasma muy bien hasta dónde puede llegar el ser humano. Pienso que el público, cuando ve esta versión del musical, se queda pegado al asiento porque le recordamos lo que pasó y quiénes somos.

-Otra grandeza de este espectáculo es su banda sonora. ¿Qué es más importante en ‘Cabaret’, la historia o las canciones?

-La banda sonora es una absoluta obra maestra. Y la historia tiene la misma importancia que las canciones. Realmente, estás viendo una obra de teatro cantada.

-Los musicales fueron algunos de los montajes más taquilleros del pasado año en Córdoba, pero no siempre son valorados por la crítica de este país. ¿Por qué?

-Como actriz, estoy expuesta a las críticas y no tengo una opinión al respecto. No sé qué espera la crítica para mirarnos con buenos ojos. Yo no me quejo por eso, en Sevilla hemos tenido unas críticas maravillosas, pero sí es cierto que a estos montajes se les mira con lupa. Mucha gente no esperaba que yo saliera a cantar como canto. Pero yo pienso que las críticas que cuentan son las del público.

-¿Cree que algún día el estreno de un musical en la Gran Vía tendrá la misma repercusión que en Broadway?

-No lo sé. En mi caso, el día del estreno de Cabaret fue muy bonito y especial. La productora cuida mucho todo, no escatima, empapela la ciudad, y es necesario darle esta vida al musical. Por otro lado, ha apostado por actores que aparentemente no eran de musical, todo un riesgo.

-La historia de ‘Cabaret’ es bastante dramática. ¿Se traslada ese aspecto a esta versión?

-La versión de Jaime Azpilicueta tiene los dos lados, el dramático y el optimista, y me parece muy inteligente por su parte y muy atractivo para el espectador. En la primera parte se presenta un Kit Kat Klub lujoso, con chicas guapas, con luz, color, glamuroso, y no es lo que estamos acostumbrados a ver, que es más con chicas con medias rotas, el rímmel corrido… Para Jaime, los berlineses querían lujo y glamur para olvidarse de lo que pasaba en las calles. Pero esto se da la vuelta en la segunda parte, donde se hace un guiño a lo que representa el mundo del espectáculo, donde aparentemente todo es muy bonito, pero por dentro nos están pasado cosas que no contamos. Y en esta parte se cuenta todo.

-En los últimos años hemos conocido su vis cómica gracias a ‘La que se avecina’. ¿Qué ha supuesto su paso por esa serie? ¿Volveremos a ver a Judith en Mirador de Montepinar?

-No creo que la doctora Becker vuelva. He estado siete años interpretándola y le debo el reconocimiento del público y el de la profesión. Quizá desde Al salir de clase no había estado en una serie con tanta exposición, aunque fue un gran inicio para mí. Pero como era tan mala, la gente me odiaba. Aquí es al revés, el publico quiere a Judith, y eso es muy bonito. Es una serie que ha marcado a toda una generación y sus personajes están en el corazón de la gente, y eso es maravilloso.

-No cabe duda de que el 2016 ha sido un gran año para usted. ¿Qué le pide al 2017?

--Que sea mejor. Tengo ganas de mejorar y dar más. No quiero quedarme con ganas de nada.

-¿La vida la ha llevado por donde quería?

-He tenido una inmensa suerte de poder vivir de mi profesión y sé valorarlo. Aunque, para mí, lo mejor está por llegar.

-Bailar, cantar e interpretar a la vez no debe ser fácil ¿Cómo se lleva una gira como esta?

--Yo me cuido mucho, tengo una responsabilidad. De hecho, mis compañeros se quejan de que nunca me tomo una caña con ellos. Estar en Cabaret es un sueño, e interpretar a Sally Bowles es un regalo maravilloso que estoy exprimiendo.